domingo, 2 de octubre de 2016

Crítica: The Virgin Psychics

En un estudio antropológico se dictaminaría que el espécimen humano tipo Otaku (!!!) es un ser complejo con características comunes entre sí y posicionamientos extremos que distan mucho de toda lógica. Aunque claro, esa ‘lógica’ vendría dada por una mayoría anodina que hasta podría considerarse cuestionable para utilizarla como referencia. Los tiempos han demostrado que lo que antaño estaba considerado bien visto, ahora se nos antoja ridículo, por lo que quién somos nosotros para decidir lo que está bien o mal, o quién es normal o extraño.

Ahora bien, a muchos les puede parecer raro, incluso enfermizo, que un Otaku adulto se emocione con una producción animada que parezca a vista de esos muchos estar dirigida al público infantil y que por el contrario, ese mismo individuo se ‘libere’ disfrutando de voluptuosas mujeres con grandes pechos. Sí, señores, esa realidad existe y por mucho que les pese a una gran mayoría, es algo normal y que debería ser asumida. Una realidad de la que, y ahora llego a la película que nos ocupa, esta “The virgin psychics” tiene mucho que enseñarnos. De hecho, sus cinco primeros minutos es una parábola de la vida misma. (¡Toma ya!)

El arranque del film no puede ser más… maaaás… surrealista. Definirlo apropiadamente es tan complicado como resolver una ecuación de Kroninberg. Por un lado es sexualmente explícito, no esconde sus intenciones y no se es cicatero con el erotismo, pero por el otro se aprovecha de un enmascaramiento políticamente correcto que es el que produce que ese erotismo se acentúe. Sí, amiguitos, una de esas peculiares paradojas que solo las mentes ‘enfermas’ niponas pueden perpetrar. Pero ahí no acaba la cosa…

Superados los cinco primeros minutos –la presentación del héroe y algunos secundarios- se da un giro radical para entrar en un pasaje la mar de dulce, lleno de ‘entrañabilidad’, y hasta culminado por un reconocible himno Otaku. Lo dicho al principio: contrates, la lucha interior del amante del mundo del entretenimiento japonés.

A partir de ahí nos introduciremos en otros campos como el fantástico con la entrada en juego de los poderes de los protagonistas y diferentes disposiciones que nos acercan tanto al mundo superheroico como a ese ya subgénero dentro de la serie Z nipona como es el de los propios héroes pervertidos, llenos de chistes y gags escatológicos, proezas que rayan lo soez, y toneladas y toneladas de erotismo en forma de jugosos escotes, pícaras subidas de faldas y un repertorio de modelos de ropa interior que ya quisiera para sí el catálogo de “Victoria’s Secret”. Vamos, que el que vaya buscando chicas guapas, no se arrepentirá. Pero… ¿y el que busque otra cosa?

Como acabamos de decir, el film se acoge a un estilo ya conocido para el amante a este tipo de producciones. Teniendo en cuenta que encima viene de la mano de un realizador con el prestigio de Sion Sono, tenemos la seguridad de que al menos a nivel técnico la película no solo va a tener unos mínimos de calidad sino que va a superarlos. Así, por ejemplo, los efectos especiales se encuentran a un buen nivel, nada desdeñable y que por supuesto además de aportar la necesaria dosis de credibilidad facilita que los gags a los que apoya visualmente sean más divertidos. Por poner una objeción, puede que resulten escasos, pero eso es más culpa del guión –manga original de Kiminori Wakasugi, autor de la excepcionalmente delirante “Detroit Metal City”- que de una falta de, sin ir más lejos, presupuesto. Pero volviendo a Sion Sono tenemos más cosas que una garantía de calidad a nivel técnico; tenemos esos destellos de genialidad de un realizador que se ha ganado a pulso su popularidad y hasta prestigio en otros terrenos ajenos ya al frikismo.

Mira que me da rabia cuando un reseñista –ya no hablo de los presuntos profesionales de esto de la crítica…- intentando alabar a un cineasta por el que bebe los vientos ve más cosas de las que en realidad muestra su autor. O al revés, un director que para hacer más profunda su película se inventa alegatos que, o él solo ve o que se sujetan con pinzas. Aquí, si tuviese que dejarme llevar por mi devoción hacia Sono, escribiría que el realizador nipón hace una alegoría de los perdedores, una fábula erótica que refleja los sinsabores de la juventud actual en contraposición a los tabús de la sociedad y bla, bla, bla… pero no, no soy tan hipócrita. Estúpido sí, pero hipócrita…

Un día en el Festival de Sitges, certamen en el que en su edición del 2015 fue presentada esta película recogiendo –no me extraña- críticas de todo tipo coincidiendo con la entrega a Sono de un premio honorífico a su carrera, su compatriota Takashi Miike dijo en respuesta a un ‘periolisto’ que muchas veces no tenía más motivos para hacer una película que pasárselo bien. Aquí el motivo es mucho más comercial –creo conveniente recordar que se estrenó tras un especial en la televisión nipona en forma de sondeo- pero no se puede evitar tener la impresión de que el film era un divertimento tanto para los espectadores como para los que intervinieron en ella. Y se nota porque hay muchos pasajes que quedan fuera de la historia principal y sin embargo, se han recreado en ellos.

Esto tiene su parte buena y su parte mala. La buena, que circunstancialmente dejamos de ver el escaparate de mercería que por momentos se convierte la película, y la mala que perdemos la perspectiva de la misma. Y aquí, para un servidor, encontramos su principal handicap.

Y esto quizás entronca con su desenlace que intentando recuperar sensaciones, termina por resultar largo. Por no decir ‘sin sentido’ pero es difícil calificar así una propuesta cuando te has estado basando en el surrealismo más absoluto.

Para ir acabando, un par de detalles. El primero, que conociendo la trayectoria de su realizador no nos extraña encontrarnos con una selección musical tan resultona y acorde a sus intenciones, incluida su Banda Sonora instrumental. Atención a ese divertido remedo de “El bolero de Ravel”. El segundo, no tan bueno, la carga publicitaria, algo por otra parte habitual en este tipo de producciones donde la supervivencia -a pesar del nombre de Sono- es primordial.

Resumiendo, “The virgin psychics” es una excitante comedia fantástica que se suma al subgénero de ‘super-héroes pervertidos’ japoneses a la que quizás le sobren unos minutos perdida en buscar un enemigo claro.


1 comentarios:

Sebástian Mora dijo...

Veinte minutos menos y sería mucho mejor. Acabo de verla y si se me hizo un tanto largo por la mitad, pero fue demasiado graciosa.

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