domingo, 2 de febrero de 2020

Crítica: Orca, la Ballena Asesina

Fue acabar de ver de nuevo esta película y empezar a llorar. A borbotones, de esas lágrimas que parece que te broten de lo más profundo de los ojos y que no haya nada que las pueda frenar. Y entonces maldecí la puñetera película, este puñetero exploit de tiburón que amé de pequeño y que tanto daño me ha hecho ya adulto. Y ,sobretodo, maldije al maestro Ennio Morricone. Adelanto, querido lector, que esta no es una crítica al uso. Hay obras de arte que te abren en canal, y dejan expuestas partes de ti mismo que creías dormidas hace mucho. O cicatrizadas en el peor de los casos. Pero hay cuchillos especialmente filosos, expertos en reabrir esas viejas heridas, y hacerlas sangrar de nuevo como si fuera la primera vez que la carne se dividió para dejar paso al dolor más absoluto. Y te los puedes encontrar en multitud de sitios: basta una imagen, una canción, una sensación incluso que actúe como disparador.  Y en el caso de esta “Orca: La ballena asesina” tiene aristas más que de sobras para provocar tal efecto. Pero vayamos por partes.


“Nunca una escena ha servido de denuncia gráfica tan terrible como en esta película”


"Orca, la ballena asesina" fue una producción económicamente  potente pese a su condición de exploitation. Con Dino de Laurentis en tareas de producción y soltando el dinero que hiciera falta, se contó con una auténtica orca amaestrada (pobre bestias, que fue interpretada por dos animales cautivos) que se convierte en la auténtica protagonista de la función, Richard Harris de protagonista en el que creo que es uno de sus mejores papeles, y una enorme Charlotte Rampling en un papel revestido de amargura.  Como toda la película. 

Que qué tiene Orca para que la tenga en tan alto y doloroso perfecto intentaré desgranarlo sin caer en el spoiler, aunque advierto que puede que sea inevitable. Como bien he avisado antes, querido lector, no me ha salido una crítica normal y espero que me disculpen las molestias. La sinopsis de la película que se podía encontrar en la contraportada del VHS intentaba mostrar una película clásica del hombre contra el monstruo, como un exploitation de “Tiburón” debe ser. Pero aquí se invierten los roles: una orca gigantesca, al intentar ser capturada por un pescador para venderla a un acuario, ve como su compañera embarazada recibe el arpón anestésico que iba dirigido a él, quedando malherida.  La tripulación del barco, sin saber muy bien cómo reaccionar, sube a bordo al malherido animal y, en una de las escenas más grotescas y dolorosas que he visto en mi vida, y con un coro ambiental de chillidos cetáceos espantosos, aborta en mitad de la cubierta un feto de ballena con lujo de detalles.

Escena que, por cierto, luego me informé que es recurrente en los barcos balleneros japoneses. Nunca una escena ha servido de denuncia gráfica tan terrible como en esta película. El padre de la criatura asiste impotente desde el agua a todo el horror de la escena, mientras la horrorizada tripulación barre con una manguera los restos de la criatura nonata. Es entonces cuando el aturdido capitán del barco cruza su mirada con la de la orca, y desde ese momento queda claro quien es el monstruo involuntario aquí y quien la víctima. Roles contrapuestos, justo lo que uno no esperaba encontrarse en un producto así. Empieza aquí una historia de venganzas pocas veces vista.


“Morricone crea una de sus mejores, y a la vez más ignoradas piezas. Su We are one instrumental es titánica, increíblemente melancólica y evocadora”


La gente del pequeño pueblo pesquero, conscientes del horror que ha perpretrado el capitán (que no es nacido en el pueblo, sino que vino intentando huir hace años del recuerdo de un trágico episodio personal) lo convierten en su blanco de su ira silenciosa. Para ellos no hay excusa alguna para lo que ha hecho, y se intuye algo más: el animal se enviste en un hálito divino, casi Lovecraftiano: la pesca desaparece, junto a varios barcos, y el pueblo se enfrenta a la ruina económica, y todo por un extranjero que por muchos años que lleve en el pueblo, no es uno de ellos. Y todos saben el por qué: aunque no se dice explícitamente, el dios marino ha sido ofendido, profanado hasta lo más hondo, y exige un sacrificio. La cabra blanca, obviamente, es el capitán y su tripulación, y eso asumen las gentes del pueblo cual culto primitivo y atávico.  En un momento dado, el capitán busca consejo en la iglesia, y su pregunta aún resuena en mi imaginario desde los diez años de edad: “¿Se puede pecar contra un animal?” Pregunta al sacerdote local. Este le responde sin dudar “Hasta contra una brizna de hierba se puede pecar.” Aunque fue un “accidente”, no hay redención ni siquiera en el culto cristiano, sabedor de lo que aguarda en los océanos debe de ser satisfecho, que no reparado, al coste que sea.

Y la música…. El maestro Morricone crea una de sus mejores, y a la vez más ignoradas piezas. Su “We are one” instrumental (ignoren la versión cantada de los títulos de crédito final) es titánica, increíblemente melancólica y evocadora. Pone la piel de gallina en cada puñetero fotograma en que resuena, y eleva esta película “de bicho” al nivel de una tragedia griega: la teórica bestia ha sufrido lo indecible, un paroxismo de crueldad, y al mismo tiempo el protagonista humano se nos revela como un ser terriblemente débil e imperfecto, pero no por ello “malvado”,  que ha cometido un error involuntario e irreparable por el cual tiene irremediablemente que pagar por ello. Es una lucha que no tiene ganadores, es un combate sin gloria alguna en la que solamente se busca un final, trágico como no puede ser otro, bellamente filmado por un director de buen recorrido en el fantástico (“La fuga de Logan”, “La vuelta al Mundo en 80 días”), y con un guión reescrito y no acreditado en su momento por Roberto Towne, ganador de un Óscar por “Chinatown” y el cual sospecho es culpable de todo lo bueno que tiene la película en ese sentido. ¿Efectos especiales? Muy de la época, todo muy artesano, y con la involuntaria colaboración de los dos animales actores ése apartado queda muy bien resuelto.


“Es una lucha que no tiene ganadores, es un combate sin gloria alguna en la que solamente se busca un final, trágico como no puede ser otro”


Quizá sea por las fechas, pero no puedo evitar hacer constar en estas líneas el por que esta película tiene para mi el valor que tiene. Hay un momento de la obra en que el personaje de Rampling, después de que el capitán le explique la tragedia personal que lo llevó a su reclusión voluntaria en el pueblo pesquero, en que le dice a este “Usted ha sido su conductor borracho”, refiriéndose a la Orca y la pérdida que le ocasionó. De pequeño, me impacto mucho. Tendría ocho años. Ocho años después me enfrente a mi “conductor borracho.” 

Mi familia y yo sufrimos una perdida devastadora, con cualquier agravante que se puedan imaginar aplicado. Tuvimos que ver cosas que nunca querrías ver que le pasasen a un ser humano, y menos a uno tan amado y joven como lo era aquel. El martirio que pasamos en aquellas semanas de pesadilla nos hizo pedazos, y las piezas nunca volvieron a encajar del todo, y yo me recuerdo roto, confundido y balbuceante, porque más tarde o más temprano tendría que tener delante al involuntario causante de todo aquel dolor. Y entonces, sin saber por qué, Morricone sonó en mi cabeza.  We are One, sin parar una y otra vez. LLoré mucho, muchísimo. “Orca” volvía a mi cabeza una y otra vez, y por alguna extraña magia, la llaga que había en mi alma empezó a secarse. Un poco al menos. Lo justo para que pensase en aquel conductor, y en cómo debería sentirse en aquel momento. Y algo hizo crack, creo que en sentido correcto. Lo tuve. Lo abrace, y ambos lloramos.

En el fondo de mi ser empezó un proceso de curación largo y duro, con sus altibajos y con el riesgo de dejarme ir bastante recurrente. Y We are One seguía ahí, incluso en los momentos que toqué más fondo. Hasta que al fin te encontré, B. Dos hijos después y mucho camino recorrido contigo, el chico herido dejó paso a la persona que soy yo. Cargada de cicatrices, pero también de alegrías inesperadas, conseguiste montar un puzzle al que le faltaban muchas piezas. Conseguiste que We Are One dejase de sonar en mi cabeza, pues ya no hacía falta. Y conseguiste que las lágrimas que brotaron de nuevo como un torrente al ver de nuevo esta película fueran más limpias, tranquilas y claras de lo que habían sido nunca. No hay más que decir. Al menos, aquí y ahora. Te quiero B. Y gracias por todo.

Lo mejor: Su crudeza al tratar una tragedia shakesperiana en un formato único. Morricone en su punto más alto. Su virtuosismo narrativo. El final sin concesiones fáciles y cargado de trágica poesía.

Lo peor: Las pobres Orcas actores. Ese infame intento de ponerle letra en los títulos de crédito a algo que no le hacía falta. Su crudeza misma no invita a un segundo visionado.


8 comentarios:

El Rector dijo...

El cine es un arte maravilloso. Capaz de transportarnos a otros mundos a otras vidas, de hacernos vivir en primera persona viajes inimaginables y ofrecernos mil y una sensaciones. Cuando además nos toca directamente, evocándonos a momentos de nuestra vida, ya sea trágicos o felices, adquiere una dimensión inimaginable. Valoramos muchas veces el séptimo arte de manera frívola y desde una lejana frialdad desde la cual es imposible percibir mil y un detalles que pueden llegar a hacer especial una película y hacerlo además de forma muy diferente para cada individuo basándose en sus propias filias, fobias y experiencias personales.

"Orca" siempre me ha parecido una película durísima, ahora que tanto se cuestiona el hecho de que el terror sea muy rico en matices dramáticos, este me parece uno de los grandes exponentes de esta nueva forma de entender el género. Terror y drama a partes iguales para una de las películas más perturbadoras que yo haya visto.

Saludos.

Guillermo Espinosa dijo...

Me ha encantado tu crítica. Yo la vi en el cine con 8 o 9 años. Recuerdo que me impactó mucho. Al pasar los años se me olvidó y no había vuelto a acordarme de esta película. leyendo esta crítica he vuelto a recordar y también han vuelto las sensaciones que me provocó en su momento. Me encanta volver a películas que me encantaron de pequeño; pero tienes razón, cuesta mucho enfrentarse a un segundo visionado.
Felicidades por todo lo que nos enseñáis sobre este tipo de cine que tanto me gusta

Art0rius dijo...

Hay comentarios que más qu replicar lo que hay que hacer es aplaudir. Merci Rector! Por una de las veces que estamos de acuerdo y es en una de las películas más dolorosas que recuerdo...Merci!

Art0rius dijo...

Merci a ti por seguirnos Guillermo. El buen cine deja improntas indelebles en el alma como bien dices. Puede que pienses que la has olvidado y de repente te golpea como un martillo.
En lo personal, tenía mucho miedo de revisitar Orca, pero aunque ha dolido igual ha sido más llevadero de alguna forma.

Missterror dijo...

Tremendo texto, Aart0rius. Mucho más que la crítica de una película. Esto es un exorcismo de dolor y un canto al amor de tu vida. Lo más difícil de una vida y lo más agradable de la misma. A veces el cine nos da mucho más de lo que pedimos. A veces también nos arranca algo por dentro y ya nos es imposible enfrentarnos a revisiones por miedo a volver a sentir lo mismo. Es valiente que sabiendo lo que dolería, te enfrentaras de nuevo a "Orca" y necesitaras escribir sobre ello.
En mi caso, tengo un recuerdo muy difuso de la película. Sé que con muchísimos menos años, "Orca" y "Tiburón" eran de mis películas favoritas, pero sinceramente, debería volver a dar un repaso a esta orca asesina para entender mejor su grandeza.

Un abrazo.

Art0rius dijo...

Merci Missterror. No estaba previsto que saliera como salió, pero así ha sido. Sobre el valor creo que , de saber lo que me iba a remover, quizá no lo hubiese hecho. Aunque pese a todo creo que se lo debía.
Yo definiría está película como ecologismo + revenge + Shakespeare, clásico menor tristemente desconocido y olvidado.

Shadow dijo...

No la he visto, y no se si la veré. La crítica me puso un nudo en la garganta... La historia personal, las pobres ballenas...

Un gran abrazo, Artorius.

Art0rius dijo...

Merci shadow. Me parece que flaco favor le he hecho a esta película...eres el tercero que me dice lo mismo. Para mi esta al mismo nivel de "dolorenelalma" que la Tumba de las Luciérnagas

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