Crítica: House IV

DONNIE NOS HABLA SOBRE EL ÚLTIMO CAPÍTULO DE LA DEGENERACIÓN EN TRES ACTOS DE UNO DE LOS GRANDES CLÁSICOS DE LOS OCHENTA

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A veces es mejor dejar que las sagas de películas o las series tengan un final digno a que se acaben arrastrando y languideciendo. Ya lo decía Jud Crandall: 'A veces es mejor estar muerto'. Me viene a la cabeza lo que está pasando con 'Los Simpsons' o cintas como las que forman parte de la saga de 'Viernes 13' y por supuesto también la de 'House'. Si 'House III' (1989) también conocida como 'The horror show', ya dejó en los espectadores extraño regusto, tres años después llegó de nuevo Roger Cobb para dar puntilla a la saga que empezó con él mismo como protagonista. Todo lo bueno que había en la cinta de Steve Miner, todo el humor y diversión que había en la cinta de Ethan Wiley o todo el terror o el intento por acercarse a ese género que había en la cinta de James Isaac, brilla por su ausencia en la de Lewis Abertnathy. 

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“vuelve William Katt en una cinta que es una más que clara metáfora de su carrera cinematográfica”

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'House IV' (1992) es la lenta agonía de una muerte anunciada. 'House IV' es una sucesión de situaciones que no solo no aportan nada a lo anteriormente visto en la saga y que hacen que el espectador entre en una especie de sopor eterno, en un letargo que le impide pensar en hacer otras cosas antes de acabar de ver esta película, sino que además es un muy triste punto final. Podemos andarnos con rodeos, hablar de la sinopsis de la película, de anécdotas relacionadas con la misma, pero al final llegaremos todos a la misma conclusión: Esta es una mala película. 

Vuelve Roger Cobb, vuelve William Katt en una cinta que es una más que clara metáfora de su carrera cinematográfica. Obsesionado con proteger la casa que ha pertenecido durante generaciones a su familia, este se enfrentará a su hermanastro y su intención de comprarla. Tras fallecer en un trágico accidente de tráfico, la mujer de Cobb y su hija decidirán mudarse a vivir a esa casa, una casa que solo Dios sabe como aun se mantiene en píe y que está en medio de la nada. 

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“tras acabar la película tenemos la sensación de que no ha pasado nada, que lo que nos han contado podría haber sido un corto y puede que así hubiera funcionado mejor” 

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No hay mucho que rascar en esta 'House IV' más allá de que puede que nos deje el momento más asqueroso de toda la saga. Nota: Habituados como estamos los colaboradores y lectores de esta web a ver cine gore y extremo, este comentario ha de ser manejado con cuidado. La cinta que se supone una vuelta a esa mezcla de humor y terror que tan bien funcionó en las dos primeras entregas de la saga, no consigue despertar ningún tipo de simpatía hacia ella por parte del espectador. Lo que le ocurra a Kelly Cobb, a su hija y al lugar donde se han ido a vivir nos da absolutamente igual. Solo podemos pensar que alguien creyó que rodar esta película era una buena idea. 

Si en las películas dirigidas por Miner y Wiley, las habitaciones de la casa transportaban a los protagonistas a distintos lugares y tiempos, ahora parece ser el exterior de la misma la que lo consigue. Personalmente y más allá de que el protagonista sea Roger Cobb, me cuesta situar en el tiempo esta película. La casa en la que viven las protagonistas bien podría estar situada cerca del orfanato de los Mullins ('Annabelle: Creation') y que son ellos quienes les prestan tan moderna silla de ruedas a la familia. Junto con peinados y ropa propias de la época en la que fue rodada la película, nos encontramos con otros como cierto cartel en la carretera parecen volver a transportarnos a años ya pasados. 

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“no hay un solo chiste o escena que consiga arrancarnos una sonrisa de la cara” 

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Pero esto no deja de ser un detalle dentro de una película que nos invita a montarnos nuestra propia historia porque lo que estamos viendo no solo no nos parece interesante, sino que incluso por momentos pensamos en que es casi ridículo (la imagen de Kelly Cobb llorando con la cara manchada por la pintura de ojos no consigue arrancarnos una carcajada y por desgracia pensamos que esa era su intención), y lo peor de todo es que tras acabar la película tenemos la sensación de que no ha pasado nada, que lo que nos han contado podría haber sido un corto y puede que así hubiera funcionado mejor.

No hay una historia digna de mención en esta película, no hay una solo interpretación que se salve de la quema (bueno, igual la de Katt), no hay un solo chiste o escena que consiga arrancarnos una sonrisa de la cara. Me resulta muy triste escribir que de una cinta de la saga “House” solo me quedo con el personaje de Mr. Grosso (Mark Grass) o con ese momento en el que a Kelly le ofrecen un té y que parece tener su reflejo en un episodio de “Los Simpsons”. Todo lo demás sobra, por mucho que podamos hacer el chiste fácil y decir que esos insectos gigantes fueron la inspiración para Dario Argento para su 'Dracula 3D' (2012). Aunque empecemos a ver esta película con toda la ilusión posible, con todas las ganas posibles, poniéndoselo muy fácil para que nos guste, 'House IV' no lo consigue. Una verdadera lástima.