Para algunas personas, las más conscientes, la colonización de la naturaleza por el ser humano ha alcanzado niveles catastróficos, desplazando el holoceno por el antropoceno, una era geológica caracterizada por la influencia humana sobre el funcionamiento global del planeta. Aunque me parece no es un sueño imposible servirse de la tecnología para alcanzar la sustentabilidad, hay miles de discursos ecologistas que nos hablan del ser humano como el mayor depredador de la historia, en pos de su autodestrucción.
“un horror ecológico, donde más allá de asociarse, como fácilmente podría pensarse, hacía los horrores paganos y mitológicos; extiende sus redes fúngicas, hacía un relato de tintes abrahámicos”
Para el beneplácito de estas mentalidades, el cineasta Jaco Bouwer dirige su primer largometraje, inspirado en la biología del hongo Ophiocordyceps unilateralis y su relación con la hormiga carpintera, apodada "la hormiga zombie". Una vez que la hormiga carpintera es infectada por este hongo, deambula hasta convulsionar, muriendo, posteriormente el hongo toma control del sistema nervioso central, apoderándose de su autonomía para reproducir sus esporas e infectar a otras hormigas, incluso camina y mueve sus mandíbulas. ¿Y si el huésped por excelencia no fueran las hormigas sino el ser humano? Un filme sudafricano que apuesta por un horror ecológico, donde más allá de asociarse, como fácilmente podría pensarse, hacía los horrores paganos y mitológicos; extiende sus redes fúngicas, hacía un relato de tintes abrahámicos, dominado por la paranoia y la oscuridad que ejerce la naturaleza sobre sus presas, capaz de revestirse de un manto sobrenatural.
La historia en cuestión nos lleva a los espesos bosques de Tsitsikamma. Donde conoceremos a Gabi y a Winston, realizando su monitoreo de rutina del área, hasta que una extraña figura derriba el dron. Contrario a la opinión de Winston, Gabi decide ir a investigar. Gravísimo error, ya que al poco rato caerá en una trampa y herida acudirá a buscar refugio a una cabaña, la cual es habitada por Barend y su hijo Stefan (mismos que colocaron la trampa); un científico que decepcionado de la humanidad vive en aislamiento rindiendo culto a la Tierra. Al parecer su hostilidad hacia la modernidad y a la misma civilización será la menor de las preocupaciones para Gabi, cuando descubre que el bosque también está habitado por siniestras criaturas, que permanecen en constante acecho de todo ser humano, como si quisieran liberar a la Tierra de los detritos del mundo.
“Técnicamente creo que es un filme irreprochable. Exprime al máximo sus recursos, con apenas cuatro personajes -pese a las fallas del guion- nos mantiene constantes”
Un filme que a favor del misticismo recurre a la teoría -no solo a la mitología- del geólogo James Hutton (por ahí de 1760 proponía que la Tierra era un superorganismo viviente, y que de hecho debía ser estudiado desde la luz de la fisiología), para conciliar a la ciencia a través de Barend con la mística pagana, y así dotar a su historia de un halo sobrenatural. Sin embargo, pareciera que no es el punto medular de “Gaia” (2021), porque Bouwer no se enfoca en el misterio en torno a las criaturas. Muy pronto revela su origen, incluso tenemos imágenes llenas de nitidez de las criaturas y en más de una ocasión se nos sugiere y explica a viva voz, lo que está ocurriendo. Es aquí donde entra la otra cara del discurso de “Gaia”: las relaciones personales y de dominancia al entrar Gabi en la vida de Barend y Stefan, el primero, aislado del mundo por convicción y el segundo por obligación, criado desde la infancia por su padre, no conoce más que sus preceptos.
“Una paleta de colores verde-caqui que destaca el entramado orgánico entre la flora y la carne, y la majestuosidad del bosque sin necesidad de recurrir a panorámicas clichés”
El final... mencionaba esta palabra antes: bastante abrahámico y con un toque a Lars Von Trier (“Antichrist” del 2009), nos devuelve a la oscuridad, y es que con tal drama impuesto desde el primer tercio (padre-hijo-mujer invasora) y expuestas sus cartas, pierde mucho en cuanto a "terror" se refiere. Sobre el epílogo prefiero no mencionar nada.
Técnicamente creo que es un filme irreprochable. Exprime al máximo sus recursos, con apenas cuatro personajes -pese a las fallas del guion- nos mantiene constantes, el audio rescata los sonidos inquietantes del bosque y el apartado audiovisual nos embelesa con los detalles de la naturaleza. En cuanto a la fotografía, Jorrie van der Walt maneja simultáneamente objetivos que van desde los 25mm a los 50mm, en áreas abiertas, y 100mm para las tomas macroscópicas y primeros planos. Una paleta de colores verde-caqui que destaca el entramado orgánico entre la flora y la carne, y la majestuosidad del bosque sin necesidad de recurrir a panorámicas clichés. También, en contra del típico movimiento vertiginoso, cámara en mano, opta por planos fijos que llegan a otorgar al bosque cierta claustrofobia. Los efectos especiales, una bonita fusión de arte digital y protésico.
Un buen debut del sudafricano Bouwer, no tan satisfactorio para mí como el de su compatriota Ryan Kruger (“Fried Barry”... ojo, son películas COMPLETAMENTE diferentes), pero siempre es grato ver que cada día hay más países producen cine de Terror y Fantástico.
1 comentarios:
Un híbrido entre "The Survivalist" de Stephen Fingleton y el videojuego de "The Last of us" (tremendo el plagio que se han cascado de los zombies-seta). Pocos personajes, apenas un único escenario... el resultado ha sido mejor de lo esperado. Buenos efectos especiales, buenas interpretaciones y un desarrollo de la historia medianamente entretenido.
Al final eso sí, te queda esa sensación de haber visto una de esas películas con fecha de caducidad corta, que no destaca especialmente en nada y que rara vez (por no decir, nunca) volverá a cruzarse en tu vida.
Saludos.
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