martes, 31 de mayo de 2022

Crítica: Stoker Hills

ASTINUS NOS HABLA SOBRE LA DESCAFEINADA MEZCLA DE THRILLER, FOUND FOOTAGE Y SLASHER FIRMADA POR BENJAMIN LOUIS


Metacine, o cine dentro del cine. Una expresión artística que se ha usado numerosas veces en la ficción para realzar, de una u otra manera, el séptimo arte desde sus propias entrañas. No son pocas las películas que homenajean obras propias y ajenas. A veces, como una reorientación de las habilidades propias de cada realizador. Y otras, como una copia y pega de dudosa calidad que no conduce a ningún lado. 


“de un lado, un found footage tradicional y de otro, un thriller policíaco. La idea, bien pensada, es buena y hasta rompedora. El problema, como tantas otras ocasiones, es la pésima ejecución de la misma” 


De este tipo de homenaje a un arte en sí mismo han surgido grandes ideas como “The Blair Witch Project” (1999), cuyo fenómeno es de sobra conocida por la representatividad de una falsa realidad o acontecimiento, así como su plasmación como producto estrella del found footage (metraje encontrado), que derivó en un género en sí mismo y cuyo elemento central es la representación de un material que parece real incluso para el espectador, al ser un material fílmico dentro de una obra cinematográfica. El cine dentro del cine. También hay obras que se alejan de lo formal y adentran su ejercicio meta en el propio género en sí, como la aplaudida “The Cabin in the Woods” (2011), con un tramo final que rompe todas las etiquetas narrativas para servir como gran aplauso a todo lo que nos ha dado el terror. 

De una u otra forma, directores y productores han entrado de forma más o menos clara en esta búsqueda de nuevas dimensiones narrativas en las que anclar sus creaciones. No siempre se acierta con ello, y ese podría ser un resumen perfecto para “Stoker Hills” (2020, Benjamin Louis). Pongámonos en situación: la película comienza con un grupo de estudiantes universitarios de cine que van a filmar una película amateur para una asignatura dirigida por el gran Tony Todd (nuestro querido Candyman) Al ponerse a ello con la única actriz con la que cuentan, aparece un coche y la secuestra. Todo esto lo vemos a través de una cámara subjetiva. En ese momento, la pared se rompe y nos damos cuenta de que seguimos la grabación que ha encontrado un policía. El filme ha conseguido engañarnos: íbamos por delante de los sucesos acaecidos y no éramos conscientes. Interesante aportación que se ve frenada inmediatamente. Vamos a investigar lo que va sucediendo mientras entramos en el segundo tercio de la película en dos tiempos: lo que el policía va observando (vemos la cinta a la vez que él) y cómo la investigación avanza. Dos ritmos interconectados con dos estilos particularmente diferentes de hacer cine: de un lado, un found footage tradicional y de otro, un thriller policíaco. La idea, bien pensada, es buena y hasta rompedora. El problema, como tantas otras ocasiones, es la pésima ejecución de la misma


“un mad doctor cuyas motivaciones no entenderemos siquiera cuando las expliquen, tan forzadas como algún giro de guion malintencionado y tramposo que podría haberse solventado de otra manera” 


El misterio se vuelve demasiado evidente conforme pasan los minutos, y el hecho de encontrarnos en ese punto a la media hora de metraje augura mucho relleno (como así será). Demasiado tiempo perdido en conocer a la pareja de policías cuya vida no nos interesa (quizás, en parte, por el escaso carisma de las interpretaciones) y demasiado tiempo perdido en ver cómo la pareja de chicos protagonista huye del misterioso secuestrador. Sí, la película se ha convertido en un pseudo slasher con un mad doctor cuyas motivaciones no entenderemos siquiera cuando las expliquen, tan forzadas como algún giro de guion malintencionado y tramposo que podría haberse solventado de otra manera (la identidad del antagonista, por citar un ejemplo). 


“El diseño de producción, en especial las localizaciones, son de las mejores cosas que tiene la película, muy por encima del nivel de un guion tosco” 


Cuando juegas a dos bandas, puedes sufrir las consecuencias de no trabajar bien ambos. En este caso sucede vorazmente cuando el metraje encontrado desaparece de buenas a primeras para centrarse en el presente más por necesidades de guion que por un desarrollo fluido de la trama. Ahora vemos dos historias paralelas en el presente: la pareja policial intentando hallar a los secuestrados y estos intentando liberarse de las garras del villano. Cuando ambos se encuentran estamos en un final demasiado absurdo como para ser tomado en serio, con tomas de combate mal ejecutadas, demasiado falsas para resultar creíble y unas decisiones que dan mucha vergüenza ajena por parte de los personajes. Eso no es todo: la película cierra como uno se espera que no suceda (porque ya lo huele cuando la cinta avanza) porque rizar el rizo ya es demasiado suave para lo que tendremos en nuestras pantallas. 

No hay mucho que aportar de un reparto poco conocido que no destaca en ningún momento, con cierta desgana o sobreactuación mal intencionada que aporta tan poco como un antagonista demasiado estático que no dará ni un mínimo escalofrío. Y es que cuando descubrimos su motivación para hacer lo que hace uno tiene claro que lo mejor que puede pasar es que esto se acaba lo antes posible. El diseño de producción, en especial las localizaciones, son de las mejores cosas que tiene la película, muy por encima del nivel de un guion tosco. Había buenas ideas en lo que se plantea, y el inicio promete ser un buen producto, pero hay un instante en el que todo se pierde en pos de una ejecución nefasta y una incapacidad clara de solucionar un desarrollo lógico dentro de la trama. Si llegáis al aplauso final, lo entenderéis.


0 comentarios:

Publicar un comentario

¿Tienes opinión? No seas tímido/a y compártela, pues en la diversidad está el gusto. Eso sí, intentemos no destriparle la película a nadie y avisa de SPOILERS al resto de lectores/as siempre que tu comentario los contenga. De no ser así, este será eliminado. Gracias.