domingo, 3 de marzo de 2024

Crítica: Siete Orquídeas Manchadas de Rojo

NELLIE VANCE NOS HABLA SOBRE EL ATÍPICO GIALLO DE UMBERTO LENZI


El director que pasaría a la historia como uno de los primeros cineastas en introducirnos al cine de caníbales con su película “Il Paese del Sesso Selvaggio”/ “Hombre del río profundo” (1972) tuvo, como buen rey del exploit, sus coqueteos con el giallo italiano. Aunque no tan recordadas como las de otros directores, películas como “Un posto ideale per uccidere”/ “Un lugar ideal para matar” (1971) o “Paranoia” (1970) ya planteaban un acercamiento al subgénero, siempre mucho más cercano a sus raíces literarias que a la forma fílmica que recordaríamos más tarde. Con “Siete orquídeas manchadas de rojo” (1972), el director nos ofrece el que sería uno de sus giallos más recordados. 


“un giallo poco común que nos ofrece un misterio clásico lleno de giros de guion y entramados narrativos solvente e intrigante” 


La película cuenta la historia de Giulia (Uschi Glas), una mujer que sobrevive al ataque de un asesino en serie mientras viaja en tren. Al ponerse en evidencia la ineficacia de la policía, su marido Mario (Antonio Sabato) y la propia Giulia, deciden ponerse a investigar por su cuenta. 

Con una estructura narrativa habitual en las películas del subgénero que revela sus raíces policiacas, “Siete orquídeas manchadas de rojo” mantiene cierta independencia de sus coetáneas: se trata de un giallo poco común que nos ofrece un misterio clásico lleno de giros de guion y entramados narrativos solvente e intrigante, que sin embargo se distancia de la estilización estética que más tarde asociaríamos al subgénero. Fruto del bajo presupuesto y de los intereses del director, que hasta entonces habían sido mucho más cercanos al thriller whodunit de tintes eróticos que al cine de terror más puro, “Siete orquídeas manchadas de rojo” carece de ese preciosismo y cuidado estético que más tarde se asociaría con el giallo: sin adolecer de falta de cuidado técnico (Lenzi a estas alturas es un director ya consagrado), aquí los planos y movimientos de cámara son un medio para contar una historia, y no están pensados como objetos de admiración individual (recordemos escenas de otros giallos como “Seis mujeres para el asesino” o “El pájaro de las plumas de cristal”, donde cada secuencia goza de un cuidado estético minucioso y suelen ser identificadas por el atractivo visual). El resultado es un apartado visual poco memorable y, desgraciadamente, carente de la personalidad que otros giallos demostraban. 


“carece de ese preciosismo y cuidado estético que más tarde se asociaría con el giallo: sin adolecer de falta de cuidado técnico” 


Del mismo modo, “Siete orquídeas manchadas de rojo” es, quizá, de los giallos menos crudos en su tratamiento de la violencia gráfica: a pesar de ser la película más violenta de Lenzi hasta la fecha y excluyendo una de las muertes que ocurre ya en la media hora final (bastante bestia, y quizá por eso una de las escenas más recordadas, pero desde luego poco representativa de la película), “Siete orquídeas manchadas de rojo” destaca por cierta contención en las set pieces, en beneficio de un uso de la tensión previa muy elaborado

Sirva como ejemplo, por un lado, la escena de los gatos, una secuencia incómoda y desagradable que, sin embargo, resulta bastante comedida en sus momentos finales; o la escena que tiene lugar en el sanatorio mental. En ambas secuencias, las muertes resultan algo anticlimáticas teniendo en cuenta la tensión de los momentos previos, un ejemplo del interés de Lenzi por el suspense y su consciente decisión de alejarse del terror más gore


“una película mucho más memorable de lo que podíamos intuir en un principio, con una revelación final bastante sorprendente” 


Esta contención estética es sustituida, sin embargo, por una cohesión y coherencia narrativa que acerca la película, como sería común en otras propuestas del director, a las raíces del subgénero. Se convierte, así, en una clásica trama detectivesca que devuelve al giallo a sus inicios policíacos, un terreno donde Lenzi ya era habitual y que manejaba con cierta maestría. Ese afán por lo narrativo identifica a “Siete orquídeas manchadas de rojo” pues, como sabemos, el apartado narrativo perdería mucha fuerza en la fórmula del giallo que luego se haría más conocida. Un guion bien ensamblado compensa un apartado visual algo plano y con poca personalidad, haciendo a “Siete orquídeas manchadas de rojo” una película mucho más memorable de lo que podíamos intuir en un principio, con una revelación final bastante sorprendente. La película de Lenzi es, en definitiva, una propuesta diferente y atractiva, especialmente para un primer visionado.


1 comentarios:

Ted dijo...

Estas películas son muy particulares. Yo siento que puedo rodar una con mi vieja cámara de video en mitad de mis vacaciones. Siento que con un movil es sencillo y muy divertido. Son historias, ya digo, particulares y curiosas. Le pondría mucho más erotismo. A mi me gustan mucho los años 70. En Italia con giallo y en EEUU con films Rocky o Taxi Driver. En Europa con Emmanuelle, especialmente la segunda parte (La antivirgen) pero tambíen Adiós Emmanuelle, su tercer y final acto donde la holandesa se despide de su marido a los 35-40 años en busca de un capricho de 27 años parisino. En 2023 celebré, yo, el décimo aniversario de Ecos, el cortometraje en el que participé, ganador del premio Mención Especial del Festival de Cine de Sitges 2013. Su historia se inspira en este género que me gustaría ver renacer. Por poner un ejemplo; Suspiria. Ver a Dakota Johnson en camison es... Pienso que supera a la original, me perdone Argento.

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