domingo, 10 de abril de 2011

Crítica: Prowl

Uno comienza a tener una edad y ya no está para determinados trotes. Nosotros comenzamos a seguir esta primera edición del “After Dark Originals” con toda la ilusión del mundo, incluso un servidor se propuso la santa empresa de pegarle un repaso a todas y cada una de las películas que lo componían, pero señores, llevo solo tres títulos a mis espaldas y ya tengo el ojete mas escocido que si me hubiesen puesto un supositorio de chili picante. Primero fueron “Husk” de  Brett Simmons y sobretodo 51” de Jason Connery, las que pusieron a prueba mi delicada salud mental y ahora es el noruego Patrik Syversen quien se ha propuesto que no pueda volver a sentarme en semanas y quien además debe tener algún tipo de obsesión con la caza, por que si su anterior película, “Rovdyr” (o “El Placer de la Caza”) nos contaba la historia de un grupo de jóvenes que eran cazados por una panda de chiflados en medio del bosque, “Prowl” nace con una consigna muy similar, solo que cambiando los fríos bosques escandinavos por un solar abandonado y dejando de lado a los cazadores psicópatas, para subir al escenario a una manada de vampiros adolescentes sedientos de emociones fuertes y de aprender el noble oficio de la caza humana.

“Prowl” nos sitúa en un remoto pueblo dejado de la mano de dios donde Amber, una joven que sueña con escapar de un futuro gris en tan triste lugar, convence a sus amigos para que la acompañen a la gran ciudad, donde ha conseguido alquilar un bonito apartamento en el que comenzar una nueva vida, mandar a tomar por culo su asqueroso trabajo y perder de vista a su alcohólica madrastra. La cosa parece funcionar cuando convence al friki del grupo (quien como no podía ser de otra forma está colgado por ella) para que les lleve en coche, pero en una película de terror, la suerte nunca puede estar del lado de un grupo de jóvenes calenturientos, así que el coche se estropea y se quedan tirados en medio de la carretera. Es entonces cuando un enorme camión se detiene para socorrerlos y el conductor después de hacerse de rogar, accede a llevarlos hasta la ciudad en la parte de atrás del vehículo, junto a la carga. Por desgracia, justo cuando los muchachos se lo estaban pasando mejor, el caminó se detiene bruscamente y la puerta trasera se abre para descubrir que están encerrados en una vieja nave industrial abandonada, lo que aun no saben, es que no están solos.


La primera buena noticia para mi maltrecho culo, fue descubrir que ha diferencia de “Husk” y 51” (y que me perdone mi estimado Bruce Boxleitner), la cinta no apestaba a película para televisión (Aka “telefilme”), sino a producción independiente con una mas que correcta factura técnica, sin alardes, pero con un reparto apañadete y con una historia que en sus primeros compases resulta de lo mas entretenida. La idea no es original, pero si muy atractiva y de seguro habría dado para una road movie sobre ruedas en plan “Shuttle” la mar de maja, con un grupo de pardillos atrapados en la claustrofóbica parte de atrás de un camión sin saber lo que ocurre en el exterior hacia un destino incierto aunque mas que probablemente poco recomendado. No importa que todo sea tópico, previsible y los personajes lelos, nosotros de todos estos clichés ya estamos vacunados y no solo los aceptamos, sino que en la mayoria de casos, incluso los disfrutamos. El problema es que esta divertida incertidumbre dura bien poco, justo cuando mas interesante está la cosa (y no lo digo por que las dos protagonistas femeninas estuvieran a punto de intercambiar fluidos corporales, amén de uno de esos idiotas juegos a los que solo juegan los jóvenes americanos… o eso quiero creer), se rompe todo el encanto y todo el misterio cuando el vehículo llega a su destino.

Y el destino no es otro que una casposidad de vampiros de serie B (no, no tan casposa como “30 Days of Night: Dark Days”, como ya dije antes, “Prowl” tiene bastante superado el royo telefilmero) que deja bastante claro que toda la parafernalia anterior, no era el intento de iniciar de una elaborada historia de terror, sino un pretexto para abrir el nuevo coto de caza privado del señor Syversen, donde pueda tocarse mientras un grupo de vampiros da caza a la carnaza. Lo bueno de todo esto, es que incluso después de haberle visto la trampa y el cartón al asunto, la cosa podría resultar divertida… nada mas lejos de la realidad. Este segundo tramo de película es paradójicamente mucho mas aburrido que la parte introductoria, primero por que las secuencias de acción (que tampoco son muchas), son caóticas y muy difíciles de seguir, con muchos movimientos bruscos de cámara y un ritmo demasiado frenético que no le va nada bien a los que somos propensos al dolor de cabeza. Segundo por que el “modus operandi” de los vampiros es de lo mas cansino y el 95% del tiempo se lo pasan insinuándose, paseándose por detrás de sus víctimas en segundos planos, prestando su sombra a las paredes en plan "28 Días Después" o emitiendo desagradables berridos vampiriles para intimidar al personal. Todo esto, contrarrestado por las protagonistas de la forma mas adiente a las circunstancias, con pucheros y lloriqueos, por que si los vampiros no dan la cara, tampoco pueden hacer mucho mas que seguirles el juego. Tercero y último, cuando los chupasangre adolescentes deciden entrar en acción (y no son pocos), descubren para su asombro y el nuestro, que una asustadiza jovencita es capaz de repartir mas leña que Steven Seagal en aquella ya de culto película de los jamaicanos de huesos de cristal, no veas como reparte la tía y no veas lo debiluchos que son unos seres, que en su primera aparición en el filme, tenían mas peligro que un pedófilo en la entrada de Disneyland, lo que los guionistas tendrán que intentar justificar a posteriori en un rocambolesco desenlace que no se creen ni ellos… imaginaos nosotros.


En este desolador panorama, lo único que salva el pellejo de “Prowl”, es su fantástico apartado visual. Los FX tradicionales lucen de maravilla y no hay hueco para lastres digitales, los vampiros están muy bien caracterizados y se mueven de maravilla, da gusto verlos levitar o trepar por las paredes (siempre y cuando nos deje la caprichosa cámara, claro) como ya hicieran sus mayores en los clásicos del género. Si demás viene acompañado de generosas dosis de sangre, prótesis varias y en definitiva, casquería por un tubo, mucho mejor.

Conclusión, “Prowl” es una nueva decepción que sumar a lo ya visto de un “After Dark Original”, que ha perdido gran parte de su atractivo con apenas tres películas (el reciente trailer de “Scream of the Banshee” tampoco presagia nada bueno) y su correspondiente escozor de ano. Una película de vampiros del montón que bien podría pasar por la hermana menor de “30 Días de Oscuridad” (y eso que la película de Slade no se encuentra precisamente entre mis predilectas del subgénero). Previsible, aburrida y que se suma a esta nueva ola de finales ridículos (este tiene menos documentación histórica que la vida de Pinocho) que parece haberse instalado en el cine de terror últimamente.

Solo salvaríamos de la quema generalizada, su prometedor inicio, sus excelentes FX visuales, el beso lésbico que jamás llegó a producirse y la certeza de que con toda seguridad, no va a ser la peor película de este de momento, decepcionante “After Dark Originals”.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes el raro don de hacer criticas que terminan siendo mas divertidas que las peliculas que reseñas. Asi que no importa si la pelicula de turno es el coñazo del año, siempre queda leer tu critica para hacerla valer la pena. Un abrazo de El Señor de las Tildes!

El Rector dijo...

Y tu, Señor de las Tildes, a parte de demostrar con tus comentarios que sabes un rato de esto, también dejas bastante claro que tienes un exquisito y refinado sentido del humor, jaja!

Por cierto, ya ha caído "Prowl"?

Un Saludo!!

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