"The Boys", todo poder conlleva una gran responsabilidad... y una mierda

Señores y señoras, con todos ustedes ¡el mejor villano del año! Qué ganas tenía de hacer esta presentación y qué rabia que esta revelación en forma de serie haya ocurrido en verano. Al terminar el último episodio de la primera temporada, mi ansia por continuar dentro de este fascinante mundo de los supers y los mortales deseosos de venganza era tan elevada como la temperatura que se alcanzaba en mi casa en esos momentos: Hot, hot, hot, algo que solo podía apaciguar con playa, playa, playa y seamos sinceros, los momentos de melancolía que acompañan a la sensación de pérdida cuando tu serie favorita del momento finaliza, no deben ser vividos en la playa, sino debajo de la mantita, en un cómodo sofá mientras llueve en la calle y es de noche a las seis de la tarde. Ahora mismo me siento huérfana de series y no es por falta de opciones, nada de eso. El motivo es que no quiero rellenar el hueco dejado por el rubio más psicópata de la historia de la televisión. Todavía es muy pronto, Patriota me he dejado muy tocada. He sentido tanta repulsión que he atravesado esa peligrosa línea invisible del sentido común y creo que le he llegado a querer. Ahora mi corazón está roto.

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“Si algo no vais a encontrar en The Boys es relleno. Aquí no hay escenas alargadas, diálogos que no aporten, personajes que pasaban por allí y redundancia en las situaciones o acciones”

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“The Boys” arranca como una de las propuestas más potentes de Amazon Prime Video en una clara puesta a punto para ganar posiciones y competir cara a cara con Netflix y HBO. Aún le queda camino por recorrer a Amazon, pero esta plataforma de streaming se está poniendo las pilas rápidamente, apostando en sus producciones por el fantástico, tal y como ha hecho Netflix desde el principio. Sin duda, solo por tener a “The Boys” en su catálogo ya merece la pena la suscripción anual. Palabrita.

Si ahora mismo tuviera que hacer un listado de las mejores series del 2019, “The Boys” se alzaría con el podio sin pensarlo, muy a mi pesar, pues ese número 1 ya estaba otorgado y yo creí que iba a ser inamovible, pero es que “The Boys” es la gozada del año y eso hay que premiarlo. Ha superando incluso a la genial y divertidísima “Doom Patrol” que tan injustamente desapercibida ha pasado para los espectadores. No estableceré comparaciones con la serie de cómics de Garth Ennis y Darick Robertson porque, lamentablemente para mí, entre mis pasiones no se encuentran los cómics. Y digo lamentablemente porque sé que me estoy perdiendo un mundo maravilloso, pero aunque me engañe a mí misma, yo no fui tocada por los demonios necesarios que me dieran a conocer esa forma de placer. Me ceñiré, por tanto, al espectáculo audiovisual que proporciona “The Boys” para el análisis. Y empiezo reconociendo una gesta que no todas las buenas series, por grandes que sean, consiguen: Equilibrio en cada capítulo.

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“Una cruzada contra el buenismo del que siempre han hecho gala los seres superiores y una declaración de odio hacia las consecuencias del poder en cualquier sociedad”

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Si algo no vais a encontrar en “The Boys” es relleno. Aquí no hay escenas alargadas, diálogos que no aporten, personajes que pasaban por allí (bueno sí, uno, del que luego hablaré) y redundancia en las situaciones o acciones. Del capítulo 1 al 8, la conjunción de mala hostia, desfase, rabia, poder, irreverencia, violencia y desesperación se ejercita con pulso firme bajo un guión con la inteligencia necesaria para dar forma a unos personajes llenos de matices y recovecos por los cuales infiltrar la adrenalina y el interés suficiente al espectador.

Estamos, cuervos, ante uno de esos casos en los que el odio se mezcla con la pasión, por lo que en un ejercicio de darnos la vuelta por completo, parece que terminamos donde empezamos aunque la realidad es que estamos en un lugar muy muy diferente al que pensamos. Estamos odiando lo que amamos y amando lo que odiamos. Un universo cinematográfico y televisivo lleno de superhéroes de la mano de Evan Goldberg, Seth Rogen y Eric Kripke , donde el aire fresco lo traen los antihéroes. Y como aquí hemos venido a jugar, los antihéroes lo son de verdad, en todo su esplendor y con todas las connotaciones de la palabra. No es la primera vez que nos encontramos con personajes con poderes o habilidades especiales y características contrarias a las que se les suponen a los superhéroes, con imperfecciones o fallos que no deberían tener, “Deadpool” (Tim Miller, 2016) es un buen ejemplo de ello, pero en este caso los anti héroes están a otro nivel y son literalmente todo lo contrario a los héroes. Una cruzada contra el buenismo del que siempre han hecho gala los seres superiores y una declaración de odio hacia las consecuencias del poder en cualquier sociedad.

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“The Boys es acción, acción sin parar, porque incluso cuando no hay acción, cuando simplemente hay diálogo, la acción está implícita en cada palabra y en cada intención”

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En “The Boys”, los supers conviven con los humanos de una manera totalmente naturalizada, siendo parte crucial del día a día de América, a nivel de seguridad y entretenimiento. Estos supers moldeados y dirigidos por Vought, la compañía para la que trabajan, son las piezas clave para entender el alcance de la corrupción y los trastornos de la autoridad. A modo de nexo, uno de los personajes principales, Hughie será nuestro maestro de ceremonias entre la gran historia de venganza humana y el despertar de la verdadera naturaleza de los supers.

Obviamente, con una sinopsis así, ya sabemos que el aviso de alto contenido violento y sexo antes de cada capítulo está totalmente justificado. No tanto de sexo, apartado en el cual yo esperaba más despliegue, pero sí de una violencia innata en cada uno de los personajes, tanto de los sobrenaturales, como naturales que impregna toda la trama. De esta manera, el grupo de los 7 (los superhéroes más famosos de América), nos regalará, escena a escena, una ingente cantidad de motivos por el que odiarlos y amar a sus contrarios, aunque la actitud de Carnicero (Butcher), líder del equipo de Los chicos y organizado para desenmascarar a los supers, sea en muchos casos reproblable, el argumento nos dirige siempre hacia la empatía con el grupo. Una vez que tenemos a quien amar y a quien odiar, el guión busca los giros constantes para que no solo nos sorprendamos a medida que conocemos más de los personajes, sino que seamos capaces de odiar tanto, que terminemos amando la maldad desmedida, que sin duda, desde “The Boys” tiene nombre: Patriota ( Homelander).

Esto ocurre porque, por esa gloriosa conjunción de talento y entendimiento, Antony Starr apareció en el radar de los directores de casting y ellos fueron capaces de ver que no había nadie en el mundo más adecuado para este papel que él. Alguien que es capaz de pasar de la bondad a la maldad en un solo gesto y que consigue entender el histrionismo y la moderación en una sola mueca. En realidad todo el casting es gloria bendita: Karl Urban, Jack Quaid, Erin Moriarty, Tomar Capon, Chace Crawford, Laz Alons, etc están maravillosamente dirigidos y atentos a dar forma con sus tics personales a personajes que espero que nos acompañen muchas temporadas más. Todos, menos Negro Oscuro (Black Noir), que es el personaje más intrascendente de la temporada.

“The Boys” es acción, acción sin parar, porque incluso cuando no hay acción, cuando simplemente hay diálogo, la acción está implícita en cada palabra y en cada intención. Por supuesto, de acción va más que sobrada, pero de casquería también. De esta manera es fácil disfrutar con cada una de las escenas sangrientas con las que coronan cada capítulo, así como con la banda sonora que las acompaña y el acertadísimo humor negro que recubre toda esta podredumbre. Esto es divertimento de alto nivel, porque aunque el espejo que devuelve el reflejo a los superhéroes sea humano y copien lo peor de nuestra naturaleza, nos gusta tanto ver que hasta los seres superiores son igual de mierdas que nosotros, que nos revolcamos de gusto en nuestro sofá con un solo mantra en cabeza y alma: Quiero más. Sea cuando sea, quiero más.