ARTORIUS NOS HABLA SOBRE ESTA ECO-FÁBULA DE TOMM MOORE Y ROSS STEWART, ANIMACIÓN INTELIGENTE PARA TODAS LAS EDADES
El cine de Tomm Moore es de inspiración celta, pero diciendo eso no me refiero a un simple postureo estético, sino a una manera de entender la animación y el fantástico muy concreta y tremendamente alejada de los maniqueísmos e influencias asiáticas y americanas. Su base cultural está profundamente arraigada en una manera de ver el mundo casi olvidada y que ha sido ignorada culturalmente hablando durante muchísimo tiempo en este mundo globalizado, donde la invasión asiática ha colonizado tanto el imaginario de los animadores como su grafismo. Ojo, no estoy diciendo que eso sea malo ni mucho menos, tan solo que cuando hay un todo tan homogeneizado como lo es la animación hoy en día, resulta tremendamente estimulante encontrarte con un producto tan único y tan diferente como es esta “Wolfwalkers”.
“sus personajes están tan bien construidos, el ritmo es tan bueno y el mundo que se nos muestra tan bello, salvaje e intrigante que puede ser disfrutada por el espectro de edad que venga en gana”
Visualmente portentosa, con un estilo extremadamente personal en dos dimensiones, “Wolfwalkers” (2020) nos regala un espectáculo visual que, sin estridencias, nos sumerge en un ambiente de cuento ilustrado en movimiento, con momentos visuales para el recuerdo y escenarios sacados directamente de lo profundo del folklore celta, con referencias para el que sepa buscarlas a las anteriores películas del autor. Los lugares paganos de poder que salen en la película están cargados de símbolos y mitología, y tienen un diseño magistral que los identifica como lugares de poder sagrado con un solo vistazo. No importa que no comulgues con ese credo: tienen ese “algo” que lo identifica como puertas a una realidad distinta solo con un vistazo, sin necesidad de dar más explicaciones innecesarias que traten al espectador como si fuera tonto, y eso es un hito en sí mismo.
Vaya por delante que estamos ante una película con la etiqueta de “familiar”, pero que eso no tire para atrás. “Wolfwalkers” es una obra tan sumamente redonda que trasciende de género en cuanto a edad: sus personajes están tan bien construidos, el ritmo es tan bueno y el mundo que se nos muestra tan bello, salvaje e intrigante que puede ser disfrutada por el espectro de edad que venga en gana. Fábula ecologista de trasfondo medieval, “Wolfwalkers” trata el tema de la licantropía desde una perspectiva innovadora, ligada al Tiempo de los Sueños descrito en muchas culturas tribales y que aquí toma un simbolismo de la libertad de lo natural y lo salvaje confrontada contra la civilización cristiana del medievo europeo, un choque entre las fuerzas pretéritas del misticismo celta y la religión católica que busca exterminar los símbolos del antiguo poder pagano. Ojo, que ambos poderes son igual de despiadados, y así se nos muestran: los lobos son bestias aterradoras, heraldos de un tiempo salvaje, mágico y moribundo que no se va a rendir sin luchar. Y por otro lado, la Iglesia Patriarcal, con sus caballeros fanáticos y su voluntad férrea de destruir tanto el antiguo orden como todo aquello que se considere diferente de lo que es “recto y justo”. No portan garras ni dientes, pero con su fuego, acero y fanatismo no tienen nada que envidiar a las bestias que moran en el bosque, sublimados en la figura de un Oliver Crowell terrible en su odio a todo lo que considera que está fuera de su orden divino.
“una película de fantasía que sabe tratar al espectador como alguien inteligente, ya sea niño, joven o adulto”
Y en medio de toda esta violencia, tenemos a la familia Goodfellow, Will y Robin. Padre e hija, el primero es un cazador de lobos preocupado por la seguridad de su hija, mientras que la segunda empieza admirando a su poderoso y dedicado progenitor para luego descubrir, tras conocer a una extraña niña llamada Mebh Óg MacTíre, que el mundo es mucho más complejo que el simple “blanco y negro” en el que viven moralmente en la ciudad.
El camino de autodescubrimiento de la joven Robin corre parejo a las vicisitudes morales que recorre su padre. Ambos se enfrentan a una serie de elecciones que desembocan en un final que, quizá en una película más convencional y con algo más de moralina cristiana (no lo digo en sentido peyorativo) hubiera sido otro mucho menos estimulante pero que al menos a mi, y a todos mis conocidos que la han visto, nos ha encantado. Por valiente, por desprejuiciado, por “salvaje” en un buen término y como colofón brillante a una película de fantasía que sabe tratar al espectador como alguien inteligente, ya sea niño, joven o adulto.
“un viaje que vale la pena recorrer y que alimenta el alma y el espíritu. Sobre todo la parte primitiva que todavía sueña con los espíritus de los bosques”
En cuanto a las voces en juego os propongo disfrutar, como casi siempre, de la versión original. Sean Bean lo borda como padre aterrorizado, y las jóvenes Honor Kneafsey y Eva Whittaker le dan a sus personajes la voz que deben tener en todo momento: emocionada, furiosa, triste... Consiguen que sus personajes nos importen y que suframos con ellas en los momentos capitales de la obra.
No quisiera dejar estas líneas, abandonar el reino verde de Tomm Moore y sus siniestros lugares de oscuro poder (que los hay, y son terribles. Al “Libro de Kells” me remito) sin invitarte, lector, a que le eches un vistazo “El Libro de Kells” y “La Canción del Mar”. A un imaginario distinto, casi olvidado, a un autor de género fantástico que es cofundador de Cartoon Saloon, una de las productoras de animación más interesantes del momento, y de la que han salido joyas como “El Pan de la Guerra”. Dale una oportunidad a los mitos que habitaban los bosques oscuros de Europa, las tierras de los Pictos, y los helados fiordos del norte. Es un viaje que vale la pena recorrer y que alimenta el alma y el espíritu. Sobre todo la parte primitiva que todavía sueña con los espíritus de los bosques.
Parafraseando la banda sonora: I’m running with the wolves tonight...Y me ha encantado.
Lo mejor: La reimaginación del hombre lobo. Toda la parte visual es ARTE puro, en un estilo muy particular. Las dos personajes protagonistas. La reivindicación del imaginario Celta. Un final valiente.
Lo peor: Es difícil encontrarle un “pero”. Quizá el estilo de animación no sea paladar de todos los gustos.
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