La prolongación, el reflejo, lo opuesto. Todas esas variantes son las que parece sugerirnos sutilmente esa duplicidad que leemos en el título. La ambivalencia y la interconexión. En suma, la naturaleza. Sí, eso mismo: la naturaleza. En un mundo tan mediatizado por la tecnología como lo es el actual, se antoja más ciencia ficción la vuelta sobre nuestros pasos que no la multitud de imaginarios plausibles que los tiempos, y con ellos el cine, se encargan de desplegar sin cesar ante nuestros ojos.
Ya no nos sorprende tanto visionar estructuras robotizadas, estímulos de neón, relaciones de pantalla... Sí, nos impactan y nos aterrorizan, lo cual es mérito sin duda que comparten cineastas y guionistas. Por ahondar en las profundidades que se esconden tras ese paso más allá, por elucubrar reversos tenebrosos tras los soniquetes deslumbrantes de los violines. Pero, ¿realmente las sentimos como algo lejano o improbable? Jugada irónica del destino o cruel profecía autocumplida, es como si también la revolución industrial hubiera quedado obsoleta. Y apostados en un supuesto estadio superior, ahora es el tren del futuro quien viene hacia nosotros, en vez de a la inversa. Él es quien, urgente, pretende hacernos comer nuestras prisas con patatas. Y se precipita con marcha frenética. Creemos tener mucho más al alcance los confines de lo insondable, y acaso inmersos en una suerte de 'Ilustración 2.0', depositamos toda nuestra capacidad como especie sobre la robusta e indiscutida confianza que le hemos fiado a un progreso tecnológico esta vez, de nuevo ilimitado. Y a golpe de click.
“la fotografía, obra de Greg Nicod, transpira de igual manera desasosiego y humedad, calando hasta los huesos”
“Hunter hunter” nos ubica en unos parámetros no demasiado trillados sobre el celuloide, pues si bien éste ha dado más que buena cuenta tanto de lobos solitarios y anacoretas en busca de la autosuficiencia como de experiencias comunitarias alejadas del trajín impuesto por el hormigón y el reloj, en esta ocasión acoge como protagonistas de ese discurrir alejado de la civilización a una familia nuclear en toda regla. Padre, madre e hija. El abuelo no está, pero sí. Linaje y tradición se hacen notar en la configuración psicológica de los personajes. Para lo bueno y para lo malo.
Los Mersault han de lidiar con los avatares que se imponen en el ocaso del pasado siglo, los mismos que a su vez también dispondrán las reglas que imperarán en el nuevo. Cada vez es más difícil subsistir de la caza. En el pueblo más cercano, trocar las pieles por recursos ha dejado de ser un buen negocio, sobre todo para los que viven en él. La volatilidad del líquido, las fluctuaciones de la moneda y esas zarandajas de la macroeconomía. Es lo que tienen. Que, inevitablemente, la calidad de vida de la familia se ve seriamente mermada, reducida peligrosamente a los márgenes de la supervivencia. Para colmo, un lobo puñetero echa más sal sobre la herida cuando vuelve por sus fueros y se dedica a escamotear las piezas que caen atrapadas en las trampas que, a tal efecto, han repartido por el bosque. Ante semejante panorama y con tal escasez de suministros, es cuestión de tiempo que la estabilidad familiar se tambalee.
Mientras que Anne, la matriarca interpretada por Camille Sullivan (“The man in the high castle”, 2015), empieza a albergar dudas sobre la conveniencia de seguir apostando por esa forma de vivir, preocupada además por las habilidades sociales que su vástago pueda estar malogrando en plena época de crecimiento, la contraparte nos la da Devon Sawa (“Destino Final”, 2000) encarnando a Joseph, quien se resigna a claudicar en aras de mantener los modos heredados de sus generaciones pretéritas. Summer H. Howell será Renee, la hija de 8 años que, lejos de reprochar a sus padres el aislamiento autoimpuesto en el que viven, se postula como alumna aventajada a la hora de manipular cuerpos salvajes y de maniobrar a sus anchas con los gajes del oficio. Tanto que incluso se erigirá cual necesaria maestra, para que pervivan las obras y tal. Su concurso es harto reseñable, hasta el punto de forzar la reescritura del guion ya que, de hecho, inicialmente la pretensión era contar con la participación de un niño. Pese a tan corta edad, seguro que le valieron sobremanera las tablas adquiridas dentro del género gracias a sus primerizas apariciones, entre las que se cuenta su debut con “La maldición de Chucky” (2013) gracias al que consiguió un Joey Award, o sea el premio canadiense que se entrega a los jóvenes intérpretes.
“una recomposición de los cánones tradicionales que nos quiebra y nos remata con un directazo a la quijada en forma de planos y de encuadres en absoluto displicentes”
Con estos mimbres se distribuyen las piezas que dan forma a los dos primeros actos, a fuego lento pero con precisión medida, y sin decaer. El director canadiense Shawn Linden, licenciado en filosofía, se destapa tras dos incursiones anteriores que bien le sirvieron para tomar el pulso al concierto cinematográfico. Con todo, ni “Nobody” (2007) ni “The goog lie” (2012) supusieron un alto en el camino de una “Hunter Hunter” que llevaba gestándose desde hacía más de una década, y que acabó viendo la luz en diciembre del 2020.
Esa espera y esa paciencia, la misma que ha de cultivar un cazador en busca de su presa, es la que se transmuta y cobra vida en la película, asistiendo a unos tiempos acordes a la naturaleza que se imprimen en la introducción del metraje. No en vano, dos referencias sobre las que se ha basado el bueno de Shawn han sido la oscarizada “The ravenant” (2015) y la holandesa “Spoorloos” (1988). Asimismo, la fotografía, obra de Greg Nicod, transpira de igual manera desasosiego y humedad, calando hasta los huesos, de un lado gracias a los bellos parajes que ofrecen los bosques de Manitoba, y del otro 'por culpa' de la mayor tormenta de nieve que asoló dicho territorio en su historia, forzando al set de rodaje a trabajar en unas condiciones en extremo intempestivas y adversas. En este punto, merece mención destacada el empleo de los efectos sonoros, a cargo de Kevon Cronin: pocas veces he sentido tan real y tan poco oportuno el chirriar de la madera bajo las pasos callados. Arropado del buen hacer de Norm Adams, un chelista versado en el rollo experimental, supo crear un score que enfatizara octavas y quintas abiertas, así como un mínimo vibrato y unos tonos desarrollados lentamente. Todo ello a fin de pegarse con el ambiente, con el propósito de que fueran uno solo. Grande es la relevancia que la banda sonora cobra en algunas secuencias, tales como cierta persecución sugerente y a pares, o como en la revelación que nos dará pie a sumergirnos en el explosivo, y sin duda catártico, tercer acto del film.
“si aún no habéis dado ni con tráilers ni con sinopsis, sugiero con fervor que os los ahorréis. Por poco que desvelan, sí que desbrozan lo suficiente como para ponernos en guardia”
Resulta clavado el uso diegético que de la música se hace en el momento en que Anne pulsa el botón de 'play', en un entorno que hasta ese culmen final nos había acostumbrado a la más precaria de las manifestaciones tecnológicas. Si bien éstas, por nimias que fueran, habían supuesto serios aldabonazos de cara a hacer progresar la historia, poniendo de relieve las dificultades para establecer conexión, a la vez también se erigen como las señales tibias que a la postre lograrán enlazar los puntos que nos acaben guiando hacia una clausura de absoluto AÚPA.
Los créditos de cierre nos permiten sobre todo gestionar el shock final aislándonos tan sólo con los sonidos de la naturaleza, cruel y epidérmica. No hay melodía alguna que haga las veces de acompañamiento. Sólo el regurgitar del propio silencio. Y, con él, la asunción de que Camille Sullivan recrea un arco dramático acongojante, abarcando en su amplio abanico de registros desde el trance de convivir con el orgullo alfa hasta el empoderamiento materno frente a las adversidades, pasando por la sublimación de los cuidados y la afrenta que suponen algunas bestias inesperadas. Sino que se lo digan al desprevenido conejo, por lo pronto. Y es que si en todas partes cuecen habas, en la naturaleza no iba a ser menos.
En suma, nos hallamos ante pura dinamita para los cuentos de hadas habituales, una recomposición de los cánones tradicionales que nos quiebra y nos remata con un directazo a la quijada en forma de planos y de encuadres en absoluto displicentes. Alguno incluso apuesto a que quedará tatuado en la memoria retinar de quien ose asomar por las incomodidades que “Hunter hunter” nos brinda. Por ello es que no quiero decir nada más, pese a que me esté guardando algo bastante protagónico. Y es por esa misma razón que aconsejo entregarse al largometraje totalmente virgen, al menos todo lo que se pueda habiendo leído esta recomendación. Porque si aún no habéis dado ni con tráilers ni con sinopsis, sugiero con fervor que os los ahorréis. Por poco que desvelan, sí que desbrozan lo suficiente como para ponernos en guardia frente a ciertas inflexiones que depara la película, cosa que de algún modo resta algo de imprevisibilidad. Así que, en beneficio de lo que imagino pueda ser una mejor experiencia, ahí lo dejo y aquí lo finiquito. Porque sólo de pensar en el impacto que puede suponer comerse tal desarrollo en modo 'tabula rasa' me pongo bravo.
6 comentarios:
La mejor pelicula de genero del 2020,punto.
Hola a todos
A mi la película me gustó mucho. Creo que tiene una capacidad brutal para epatar y su final te proporciona una sensación de desasosiego terrible. Haría un programa doble formidable con "Resin" de Daniel Borgman.
No se entendió nada , mala muy mals
Me ha encantado. Por mucho que había leído puedo decir que ha sido una grata sorpresa. El hype no se vio afectado por lo que en un principio podía esperar de ella.
Rector. Pongo como ejemplo esta cinta en contra posición a 'The Feast'. Dos cintas de esas que tienen una primera parte lenta, que avanza poco a poco, que va metiendo personajes, unos policías en un caso, unos invitados a una cena en otro y que tienen una parte final impactante. Me quedo con esta 'hunter hunter' porque esa primera parte me interesó mucho mas, creo que se profundiza mas en los personajes que están aislados en una montaña y viven alejados de la sociedad y sus miedos a los lobos me los creo, algo que no me pasó en el caso de 'The Feast'
Un Saludo1
donnie
Donnie, no me puedo mojar al respecto ya que aun no he tenido oportunidad de ver esta "Hunter Hunter" y no puedo comparar, pero vamos, que a mí nadie me quita "The Feast" del top 10 del año, jeje.
Saludos.
El giro que la película da en la mitad de su desarrollo es absurdo, y desbarata lo que prometía ser una trama más interesante. Una pena. Una película de 4 o5 puntos
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