MISTER MOLOKO NOS HABLA SOBRE EL DESCENSO A LOS INFIERNOS DE LA MANO DE WILL WHEATON IDEADO POR JON STEVENSON
¿Hasta qué punto nos influye la subjetividad a la hora de analizar y valorar cualquier manifestación artística? Esta compleja pregunta ha hecho correr ríos de tinta a lo largo de la historia. Para algunos la calidad del arte es algo objetivo y objetivable; para otros el arte es sólo una experiencia personal en la que lo menos importante es la técnica y lo principal las sensaciones que nos evoca; otros se colocan en un término medio, valorando la calidad técnica de las producciones pero, a la vez, su capacidad para trascender el espectro emocional de todo aquel que interacciona con ellas. Centrándonos en nuestro objeto de interés, el cine: ¿Tenemos que valorar más la coherencia de un guion y la calidad de unas interpretaciones o, por contra, centrarnos en el impacto emocional que nos deja determinada historia por encima de cualquier otra consideración técnica?
Como ustedes supondrán, no deseo en absoluto entrar en un debate tan enrevesado como este. Cada uno que reflexione al respecto y que saque sus propias conclusiones. Lo único cierto es que existen determinadas películas que, sin ser cinematográficamente brillantes, tienen algo especial dentro de sus fotogramas; películas capaces de activar los resortes de nuestra memoria, de hacernos reflexionar sobre los acontecimientos que forman parte de nuestra realidad; films artísticamente imperfectos, pero con la facultad de agitar nuestras emociones, con el don de transformarse en un espejo que nos muestra, de forma diáfana y cruel, la visión parcial, distorsionada, narcisista, subjetiva, muchas veces errática, que tenemos de nuestro mundo; historias que, en definitiva, logran que seamos conscientes de lo profundamente complejos que somos todos los seres humanos. Desde mi punto de vista, “Rent-a-Pal” (2020) es uno de esos títulos.
“una trama que bascula en los límites del fantástico (¿lo que estamos viendo es real o producto de la imaginación del protagonista?) y unas interpretaciones excelentes que en todo momento dan credibilidad a la historia”
Empecemos explicando cual es la historia. Estamos a principios de los años noventa del siglo pasado. David, un hombre solitario que vive únicamente para cuidar a su anciana madre que sufre demencia, recurre a una agencia matrimonial para que encuentre a su media naranja. Esta empresa basa su metodología en elaborar unos videos de presentación a partir de los cuales sus clientes deciden que citas tendrán. David no tiene suerte y ninguna de las mujeres que han visto su video demuestran interés en él. Un día llega a sus manos una cinta VHS titulada Rent a pal en la que un carismático personaje se ofrece a ser su mejor amigo y confidente. Nada será igual a partir de entonces.
A partir de este material, el debutante Jon Stevenson manufactura una interesantísima historia en la que disecciona la caída a los infiernos de un ser humano que, a causa de sus propias carencias emocionales, de las vivencias pasadas y de una sociedad superficial con demasiada tendencia a colocar etiquetas. está al límite de la cordura. Y ese retrato lo hace de forma sutil, sin caer en la brocha gorda y recreándose en determinados elementos y detalles que, poco a poco, nos hacen comprender el porqué de las cosas. A ello ayuda una calculada ambigüedad a la hora de plantear una trama que bascula en los límites del fantástico (¿lo que estamos viendo es real o producto de la imaginación del protagonista?) y unas interpretaciones excelentes que en todo momento dan credibilidad a la historia. Tanto Brian Landis Folkins en el rol de David como Wil Wheaton en el de Andy (mira que me resultaba antipático este actor en “Big Bang Theory” y lo bien que está aquí: lo que hace que te dirija una persona solvente) bordan su papel y logran que una trama que podría desarmarse con cierta facilidad se mantenga firme y sólida.
“una historia sobre la locura, la tristeza, las soledades y las frustraciones ambientada en los tiempos pre-Tinder”
Pero rebobinemos. Antes he comentado que esta era una película que, al menos desde mi punto de vista, trascendía el análisis cinematográfico para jugar en la liga de las emociones y la subjetividad. Y si, ahí es donde reside el punto fuerte de “Rent-a-pal”: esta cinta no es más que una historia sobre la locura, la tristeza, las soledades y las frustraciones ambientada en los tiempos pre-Tinder. Lo que vemos es la vida de un hombre peripatético que nos despierta una mezcla de empatía, ternura y miedo ya que, en el fondo, no deja de ser la representación, enfocada bajo la mirada de una fábula atípica, de muchas realidades que están presenten en las grandes ciudades o en los pequeños pueblos de eso que llamamos civilización. Este es el gran acierto, ofrecernos un relato compacto que logra conmovernos, por lo humano, y horrorizarnos, por lo duro de la propuesta, a la vez.
La historia nos plantea un dilema muy interesante: ¿Hasta dónde puede llegar una persona condenada a cuidar a alguien sobre el que ha generado una dependencia tóxica? Lo interesante de todo ello es que nunca sabemos si el comportamiento de David es producto de la realidad que le ha tocado vivir o de una personalidad torturada cuya única razón de ser es la dependencia hacia los demás. ¿Se puede dar amor a alguien que sólo te ha proporcionado sufrimiento? ¿Se pueden perdonar determinadas cosas que te han marcado y condicionado la vida? ¿Podemos estar siempre con buena cara y resilientes ante situaciones de mierda que nos minan nuestra capacidad de decidir y ser libres? Imagino que si yo fuera un gurú de la autoayuda diría que todo está en nuestra actitud. Como, a Dios gracias, no lo soy, me limito a ver como el realizador resuelve estas preguntas y nos plantea con ellas una película interesante y emocionalmente claustrofóbica.
“Se nota que esta es una película muy pensada, muy planificada y que es capaz de llevarnos a terrenos emocionales muy potentes”
Siempre me han interesado el cine fantástico que es capaz de crear atmósferas extrañas en las que encajan personajes psicológicamente rotos cuyas acciones, por incomprensibles que sean, son capaces de crear un poso de ambigüedad dentro del marco mental de los espectadores. Me paso con el “Maniac” de 2012 (la original, aunque sea una cinta estimable, va por otros derroteros), con “Saint Maud” (2019) o con la reciente “Censor” (2021). Todas ellas, aunque muy diferentes en sus planteamientos y en sus propuestas cinematográficas, juegan con esa capacidad para llevarnos por la cuerda floja y proponernos un juego ambiguo de espejos deformados (en la cinta protagonizada por Elijah Wood trabajado hasta en la puesta en escena) que logran que empaticemos y entendamos a personas que, en un análisis frio y objetivo, son unos desequilibrados que acaban haciendo cosas horribles.
En el caso de “Rent-a-pal” esta idea se trabaja de forma pausada, coherente y sutil. David no tiene éxito con las mujeres, ni un buen cuerpo, ni es un triunfador, ni trabaja y vive para cuidar a su madre de la que depende económicamente y que además le ha sometido a malos tratos cuando era niño. En este magma aparece Andy, un hombre seguro de si mismo y capaz de dar todas las respuestas que David necesita. El protagonista del vídeo es el “perfecto cuñado”, el que tiene capacidad para entender el mundo, la persona segura de si misma, el ser divertido y magnético que se muestra como la antítesis de lo que en realidad es David. En este caso la pantalla funciona como un espejo deformado de dos seres antitéticos que, en el fondo, se necesitan mutuamente. Esa relación de simbiosis, de mutua dependencia, está contada desde el punto de vista del protagonista, dejando que seamos los espectadores los que saquemos nuestras propias conclusiones. Andy es un ser despreciable que necesita a David para reafirmar su falta seguridad; David un juguete roto, una víctima de una vida miserable en la que sólo cabe la esperanza de que personas como Andy estén presentes para hacerla más soportable. El momento en el que Andy le insiste a David para que no quede con la chica y no le deje sólo es absolutamente magistral al respecto.
Esa idea está presente a lo largo de toda la cinta y se trabaja con pequeños detalles de puesta en escena y dirección de actores que son, desde mi punto de vista, poco habituales en un director debutante. A este respecto quiero destacar determinada una secuencia fundamental en la trama, en la que el juego de plano-contraplano entre David y Andy no sólo logra hacer el ambiente más opresivo, sino que también nos va acercado a la cada vez más demente psique del protagonista. Todo ello derivará en la explosión en la cocina cuando ya nada tenga vuelta atrás. Si, a la película le podemos criticar determinadas cosas. La caracterización psicológica de Lisa es demasiado naif, algunas situaciones son muy previsibles, otras están ligeramente sobre explicadas…. Pero, francamente, no importa en el conjunto global de la cinta. Se nota que esta es una película muy pensada, muy planificada y que es capaz de llevarnos a terrenos emocionales muy potentes. Una cinta muy recomendable que, al menos desde mi punto de vista, ha motivado que espere con muchísimas ganas la siguiente propuesta del realizador. Aunque como ya he dicho al principio, todo esto del arte es subjetivo.
2 comentarios:
Cada nueva reseña que leo aumenta mi curiosidad frente a Rent a Pal. Tendré que navegar, encontrar y pegarle un buen visionado. Todo lo que sea turbio tiene ganado de antemano. Prometo volver a dejar impresiones.
Saludos!
Interesante film, la ví hace ya algun tiempo y la recomiendo mucho a los amantes de los
ambientes enfermizos y personajes perdidos.
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