miércoles, 25 de mayo de 2022

Crítica: Shakespeare's Sh*tstorm

MISTER MOLOKO NOS HABLA SOBRE LA NUEVA LOCURA INCLASIFICABLE DE LA MÍTICA PRODUCTORA TROMA


Mi primer contacto con la Troma fue, como les pasó a otros muchos aficionados al cine de terror, a finales de los años ochenta con "El vengador tóxico" (1984). Por aquellos entonces no tenía la más mínima idea de que representaba la productora ni de quien eran Lloyd Kaufman y Michael Herz; lo único que recuerdo es haber alquilado la película en el videoclub de mi barrio motivado por una impactante carátula que mostraba a un enorme ser deforme que agarraba por el cuello a dos tipos con la cara maquillada mientras una chica rubia, con cara de pitorreo, miraba directamente al espectador. La película me gustó por su desvergüenza, sus generosas dosis de gore y lo absurdamente divertido de su planteamiento. Con el transcurso de los años fui accediendo, gracias al videoclub y a los especiales que el ya extinto Canal + dedicó a la compañía, a otros títulos que me permitieron adquirir un punto de vista mucho más amplio sobre lo que significaba la Troma y su particular forma de entender la producción cinematográfica. Aquellos tiempos pre-Internet eran muy duros para los aficionados que queríamos visionar ciertos materiales que no eran de consumo masivo. 

Ya han pasado muchos años desde ese periodo de descubrimiento cinéfilo. A día de hoy, cuando ya he visto las suficientes películas para hacerme una composición de lugar, debo reconocer que en general estos films no me interesan mucho. No encajo demasiado bien con su humor garrulo, su facilona crítica social y la intencionada (y la mayoría de las veces autorreferencial e impostada) cutrez de sus planteamientos. Considero que los máximos responsables de la productora encontraron una fórmula que durante un tiempo les dio muchos réditos y que al final, seguramente motivados por su amor a los dólares o por un simple agotamiento del modelo original, fueron pervirtiendo hasta llevarla al paroxismo. La Troma que los aficionados rememoran (e incluso algunos idolatran) es aquella que se enmarca en la década de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado. Lo que vino después ya es claramente otra historia. Films interesantes como "Tromeo y Julieta" (1996) o "Terror Firmer" (1999), son la excepción a una progresiva decadencia que ha motivado que desde hace ya muchos años la productora viva más de glorias pasadas que de realidades presentes


“no me esperaba nada del otro mundo, pero lo que me encontré fue una película que, sin perder el ADN característico de la productora, hacia un esfuerzo por ir más allá de lo obvio” 


Tal vez ello explica las dificultades que tuvo la compañía a la hora de hacer realidad el proyecto de adaptar "La tempestad" de William Shakespeare. La falta de recursos económicos retrasó muchísimo una producción para la que incluso se tuvo que crear un crowdfunding que le permitiera obtener financiación. Quedaban muy lejos ya esos tiempos en los que Troma era capaz de sacar adelante cuatro o cinco títulos al año o aquellos en los que el vengador tóxico, su personaje estrella, protagonizaba series de animación para niños o cómics editados por Marvel. Con todo ello, al final la película se hizo realidad a mediados de 2020 con el título de “Shakespeare's Sh*tstorm” (2020).

Gracias a los responsables del B-Retina, un pequeño festival especializado en producciones de Serie B que se celebra en la ciudad de Cornellà de Llobregat, pude visualizar hace poco la película en pantalla grande. Y debo reconocer que la propuesta logró sorprenderme muy gratamente. Aunque en ella encontramos todos los tips característicos, para bien o para mal, de la Troma, lo cierto es que la película está más próxima a las formas y maneras del cine de John Waters que a lo perpetrado en títulos como “Return to Return to Nuke 'Em High”(2017) que era la plasmación gráfica del declive al que había llegado la compañía. Sinceramente no me esperaba nada del otro mundo, pero lo que me encontré fue una película que, sin perder el ADN característico de la productora, hacia un esfuerzo por ir más allá de lo obvio y ofrecer una historia con una innegable capacidad para transgredir, tanto desde el punto de vista ético como estético, y epatar al espectador con una cierta gracia. Y eso no es fácil. 


“Aspectos como la fotografía, el diseño de producción o los efectos especiales están cuidados y le aportan un innegable valor añadido al film” 


Lo primero que llama la atención es la calidad de producción que, dentro de las limitaciones que normalmente tienen este tipo de productos, muestra la película. Creo que Kaufman tenía muy claro lo que quería conseguir y como quería hacerlo. Aspectos como la fotografía, el diseño de producción o los efectos especiales están cuidados y le aportan un innegable valor añadido al film. Pero, aspectos técnicos mediante, si por algo destaca esta adaptación apócrifa de la obra de Shakespeare es por ser una de las propuestas más políticamente incorrectas que he podido ver en mucho tiempo. Todos sabemos que Kaufman siempre ha sido propenso a criticar a las multinacionales, a los políticos o a determinados hábitos y costumbres sociales. Pero es que aquí no deja títere con cabeza: la ideología de género, los ecologistas, los influencers, el “mee too”, el capitalismo salvaje, los medios de comunicación… todos estos elementos son abordados en un guion que, aunque tiene cierta tendencia a la brocha gorda, resulta tan descacharrante como sorprendentemente ácido

Da toda la sensación de que Kaufman era consciente de que este era uno de los últimos cartuchos que le quedaban y por ello decidió echar toda la carne en el asador. Y esto lo hace no sólo a través de una reflexión sobre ciertas estupideces que caracterizan al mundo actual, sino que también, al asignarse el protagonismo absoluto de la cinta, nos ofrece una cierta mirada autobiográfica que, a todos aquellos que conozcan la filosofía y particularidades del bueno de Kaufman, les resultará interesante. En el fondo hay ciertas partes de la película que no dejan de ser una reflexión sobre su figura como icono del cine trash y como persona que a lo largo de los años ha devenido en personaje. Los minutos finales son verdaderamente ilustrativos al respecto ya que dejan a las claras que este es un ejercicio de metaficción sobre alguien que navega entre lo entrañable y lo peripatético. 


“una película tan digna como divertida. Creo que su mayor mérito reside en haber sabido respetar el estilo Troma sin caer en fórmulas facilonas y recursos ya manidos” 


“Shakespeare's Sh*tstorm” es Troma en estado puro. Aunque probablemente esta sea una de las películas más autoconscientes que han realizado, debo reconocer que está vez si han dado con la tecla correcta a la hora de integrar con gracia su habitual tendencia a la escatología (la lluvia de mierda que da título al film es digna de verse), al dosificar con acierto la violencia gratuita (el final es todo un festival), al utilizar con inteligencia el humor grotesco (tiene gags realmente divertidos) y al proponer una visión crítica del mundo que, lejos de la moralina habitual, aquí deviene un ejercicio de mala ostia importante (como pasa en la excelente “Barbaque” (2021) de Fabrice Eboué) no apto para conciencias sensibles. 

El casting está francamente logrado (destaco a la actriz Amanda Flawers, que encarna a una prostituta paralítica, que sería perfecta interpretando a Mona "Picadillo" Malnorowski en un remake de “Cry Baby” (1990) de John Waters) y se nota que todos, teniendo en cuenta las circunstancias, se han implicado en el proyecto. Además, el guion mantiene una mínima lógica narrativa (es bastante fiel, de un modo sui generis, al texto original) y se permite incluso mantener algunos diálogos en verso directamente extraídos de la obra de Shakespeare. “Shakespeare's Sh*tstorm” es una película tan digna como divertida. Creo que su mayor mérito reside en haber sabido respetar el estilo Troma sin caer en fórmulas facilonas y recursos ya manidos. El resultado ha sido una película muy punk pero, y ahí radica lo más interesante, que a la vez es capaz de mantener una incuestionable lógica interna. Tengo que reconocer que está vez los señores Kaufman y Herz han manufacturado un film verdaderamente irreverente, sardónico, divertido y muy, pero que muy, pasado de rosca.

1 comentarios:

Krueger dijo...

Excelente reseña Moloko. Con la Troma tengo una relación delicada: adoro todo lo que representa y me parto con las ocurrencias de Kaufman (recomiendo cualquier libro sobre él y Troma, con alguna edición española muy apetecible), pero su cine no me dice absolutamente nada. Es como ese colega que es súper guay, que te cae muy bien...pero nunca serías como él... Sea como sea, nunca tendré una palabra negativa para la Troma y todo lo que representa, aunque cualquiera de sus películas me resulte infumable.

Saludos!

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