Crítica: Demon Seed

NELLIE VANCE NOS HABLA SOBRE LOS TERRORES DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL, YA PRESENTES EN ESTE TÍTULO DE LOS SETENTA PROTAGONIZADO POR JULIE CHRISTIE

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La perspectiva de un futuro donde la tecnología haya invadido hasta el aspecto más privado de nuestra existencia ha venido alimentando el cine de terror desde su propia concepción hasta nuestros días, dando lugar a distintas distopías y predicciones catastrofistas sobre el consabido momento en que las IA´s superen en inteligencia al cerebro humano. Sin embargo, los años 70 verían un periodo de gran auge de este tipo de horror/sci-fi, sin duda debido a que los grandes cambios tecnológicos empezaban a traducirse en innovaciones que poco a poco se iban colando en la mundanidad de muchos ciudadanos.

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“ha envejecido estupendamente gracias a una serie de decisiones estéticas y de guion que la mantienen original y (lo más importante) suficientemente incómoda” 

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“Demon Seed” (1977) explora los miedos relacionados con esta lenta invasión de la vida diaria, adaptando el libro homónimo de Dean Koontz publicado solo unos años antes. La película, dirigida por Donald Cammell, nos cuenta la historia de la pareja formada por Susan (Julie Christie) y Alex Harris (Fritz Weaver), un matrimonio cuya vida en pareja se ve cada vez más dañada por la obsesión de Alex con su trabajo con inteligencias artificiales, una dedicación que le ha llevado a automatizar toda la casa para evitarles las tareas más mundanas. 

Cuando Alex decide marcharse para trabajar en su último proyecto (Proteus IV, una computadora que posee una inteligencia artificial tan desarrollada que promete asemejarse al cerebro humano) Susan parece tener un descanso de toda esa locura tecnológica… hasta que un día no puede salir de casa. Pronto se da cuenta de que Proteus IV ha interferido en el sistema del hogar y que sus intenciones son más bien perversas. 

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“culmina en una serie de actos aberrantes cuyas secuencias, sin existir un grafismo excesivo, siguen resultando increíblemente incómodas para el espectador” 

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Llegados a este punto, es posible que las generaciones más jóvenes piensen que la premisa se ha quedado un poco… naive. Pero lo cierto es que “Demon Seed” ha envejecido estupendamente gracias a una serie de decisiones estéticas y de guion que la mantienen original y (lo más importante) suficientemente incómoda como para que se pueda seguir considerando un clásico del género al que acudir de vez en cuando. 

Empezando por lo básico, lo cierto es que la película trabaja una atmósfera opresiva y angustiosa gracias al uso de los espacios (la mayoría de la película se desarrolla en el hogar del matrimonio, una gran casa cuya amplitud contrasta con la naturaleza carcelaria que acaba adquiriendo; pero el diseño de producción del ordenador y sus instalaciones, tan deudor de la película de Kubrick, también merece una mención especial) y a un progresivo uso de la violencia (tanto física como psicológica) que culmina en una serie de actos aberrantes cuyas secuencias, sin existir un grafismo excesivo, siguen resultando increíblemente incómodas para el espectador. Así mismo, cabe destacar que, incluso teniendo en cuenta el nivel de incomodidad de las cuestiones que plantea la película, es difícil saber si hubiese resultado igual de impactante sin la actuación de la excepcional Julie Christie, dando vida a un personaje aterrorizado hasta casi la enajenación, cuya interpretación (muy discutida en su momento) ha ido ganando el estatus que merece. 

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“una película fresca, actual e increíblemente entretenida, así como un justo referente del terror tecnológico de los años 70” 

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Sin embargo, la verdadera fuerza de la película reside en un subtexto que plantea dilemas cuya vigencia es evidente. Así, más allá de la paranoia tecnológica propia de los años 70, la película ha envejecido sorprendentemente bien gracias a que lidia, con gran elegancia, con otros aspectos de índole filosófica y sociológica: el complejo de Dios y su relación con el avance científico y tecnológico, el movimiento ecologista frente a la expansión militar y comercial y, por supuesto, la política sexual y las relaciones entre sexos (sin duda, uno de los temas fundamentales de “Demon Seed”) son solo algunos de los aspectos desarrollados en la película, que ofrece un comentario bastante pesimista sobre la relación entre estas cuestiones y el avance tecnológico. Así, el impacto de las imágenes y la vigencia de los temas mantienen a “Demon Seed” como una película fresca, actual e increíblemente entretenida, así como un justo referente del terror tecnológico de los años 70.