domingo, 4 de junio de 2023

Crítica: The Man Who Laughs

NELLIE VANCE NOS HABLA SOBRE UNA DE LAS OBRAS MÁS ICÓNICAS DE PAUL LENI, CON CONRAD VEIDT TRAS LA MACABRA E INMORTAL SONRISA


En los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial, el Expresionismo Alemán se constituyó como un espacio de reflexión narrativa y estética que, construyendo un universo visualmente oscuro y deformado donde predominaban las narrativas oníricas, sirvió para abordar la profunda inquietud y ansiedad en que se veía sumida la sociedad occidental. El movimiento sentó muchas de las bases en las que se funda el cine de terror tal y como lo conocemos hoy en día, hasta el punto de que pueden identificarse, aun en el cine contemporáneo, muchas de las ideas visuales y narrativas inauguradas por el movimiento. 


“una de las películas más caras de la época, así como uno de los primeros largometrajes que experimentarían con la transición hacia el cine sonoro en forma de música y efectos de sonido” 


De entre todos los nombres que contribuyeron a desarrollar el Expresionismo Alemán, destaca la figura de Paul Leni, uno de los directores más consagrados dentro del movimiento: artífice de películas como “Waxworks” (1924), el director pronto aterrizaría en Universal para compartir estudio con directores tan reconocidos como Murnau o Fritz Lang. En su época norteamericana, Leni desarrollaría (a menudo, con más presupuesto) las ideas visuales y narrativas del Expresionismo Alemán, y dirigiría obras tan influyentes como “The Cat and the Canary” (1939), que sentaría las bases del terror gótico en el cine. “The Man Who Laughs” (1928) no solo fue una de las últimas películas del director (antes de morir prematuramente), sino que también resultó ser una de las películas más caras de la época, así como uno de los primeros largometrajes que experimentarían con la transición hacia el cine sonoro en forma de música y efectos de sonido


“destaca por la capacidad de Leni para generar imágenes tenebrosas: si bien la historia se mueve más entre el drama y el romance” 


La película adapta la novela homónima de Víctor Hugo, contando la historia de la venganza que El Rey Jacobo II lleva a cabo hacia Lord Clancharlie por cometer ofensa: tras ordenar su muerte, el rey decreta que su hijo Gwynplaine sea deformado mediante cirugía, imprimiéndole una sonrisa permanente en el rostro. La película retrata la vida posterior de Gwynplaine como circense en la Inglaterra deshumanizada y oscura del siglo XVII. 

La película destaca por la capacidad de Leni para generar imágenes tenebrosas: si bien la historia se mueve más entre el drama y el romance, el talento de Leni (junto con el director de fotografía Gilbert Warrenton, con quien ya había trabajado en “The Cat and the Canary”) para el imaginario angustioso y sombrío deja algunas de las escenas más representativas del Expresionismo Alemán. Así, secuencias como la muerte de Lord Clancharlie, la huida de Gwynplaine de la cámara de los Lores y su consecuente persecución, o el propio aspecto de Gwynplaine, mantienen las señas del movimiento: la deformación de la realidad, una mirada oscura hacia las narrativas tradicionales de los cuentos de hadas, y una visión desencantada de la humanidad. 


“El impacto de la actuación de Veidt ha tenido gran calado en la cultura popular, especialmente en la creación del Joker clásico de 1940, para el que la expresión de Gwynplaine fue una evidente influencia”


Quizá lo más recordado de “The Man who laughs” sea, sin duda, el rictus sonriente de Gwynplaine: su expresión atormentada, llena de angustia y tremendamente macabra fue interpretada por Conrad Veidt, a quien ya habíamos visto en “El gabinete del Doctor Caligari” (Robert Wiene, 1920), otra de las películas más representativas de la misma época. La actuación de Veidt (quien trabajó con unos postizos especialmente dolorosos para conseguir la sonrisa de Gwynplaine) consigue imprimir una necesaria humanidad al personaje, y muchas de las escenas más memorables profundizan en su naturaleza desdichada y trágica a través de la mirada del actor: especialmente la escena en la que una muchedumbre se burla de su aspecto mientras él trata de confesarle su amor a Dea (interpretada brillantemente por Mary Philbin, a quien también habíamos visto en “El fantasma de la ópera”), o el intento de seducción de la condesa Josiana, Veidt dota al personaje de gran profundidad a través de unos ojos que lo dicen todo. 

Así, a través de su mirada, percibimos su deseo, su tristeza y su esperanza, construyendo un personaje lleno de contradicciones y profundamente humano a pesar de su aspecto siniestro. El impacto de la actuación de Veidt ha tenido gran calado en la cultura popular, especialmente en la creación del Joker clásico de 1940, para el que la expresión de Gwynplaine fue una evidente influencia. En definitiva, “The Man who laughs” es una de las películas más reivindicables de los años del Expresionismo Alemán. Quizá de fama más modesta que sus coetáneas, mantiene su impacto gracias a una cinematografía espectacular y a una actuación principal que se ha ganado un hueco tanto en la historia del cine como en la cultura popular.


5 comentarios:

Erika. dijo...

Hola Nellie, desconocía la existencia de esta película ,ahora no estaré tranquila hasta que la vea. Me encanta el expresionismo alemán y esta tiene muy buena pinta. El poster es maravilloso, para mandarlo enmarcar. Saludos.

Nolsen dijo...

Soy un ignorante del movimiento expresionista alemán, pero casualmente el articulo me ha pillado leyendo con mucho interés una novela en la cual el cine antiguo (y el expresionismo alemán) són el eje central. La novela se titula Parpadeo, de Theodore Roszak, por si a alguien le interesa.
Saludos!

Nellie Vance dijo...

Hola Erika! espero que la disfrutes, es una película maravillosa

Nolsen! Pues te diré que tenía esa referencia en mi cabeza desde hace algún tiempo, pero es un libro que está en mi lista de pendientes desde hace tanto que nunca me acuerdo de él. Ahora que me lo has recordado, es posible que este verano la rescate. Muchas gracias!

Nolsen dijo...

Hola Nellie!
Pues si decides empezarlo tienes lectura para rato, es un tocho de casi 800 páginas, pero lo devoré en un p

Nolsen dijo...

Uix......en un par de semanas quería decir :)

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