“…Conclusión, "La Herencia Valdemar" ha sido una grata sorpresa, una película de género que se acerca a la serie B como pocas veces se suele ver por estas tierras. Un impecable apartado visual, una historia atractiva, un montón de guiños a los amantes del terror y por supuesto, la presencia de fantástico Paul Naschy, en lo que acabaría siendo su obra postuma. La peor parte se la llevan algunas actuaciones del resto del reparto (no olvidemos que la gran mayoría de actores del mismo provienen de las "terroríficas" series de televisión que infestan los hogares españoles). Especialmente dolorosa me pareció la interpretación de mi paisana Laia Marull, a quien lo de actuar en castellano no le sienta nada bien. Otro punto negativo en mi opinión, ha sido la decisión de rodar la película en dos partes, no ya por el brusco "no desenlace" que le deja a uno con cara de tonto, sino porque da la sensación de que esta primera parte (que a veces peca de divagante y poco incisiva) se podría haber comprimido mucho mas con el fin de hacer una sola película, con lo que creo que el resultado final habría sido mucho mas satisfactorio. Aunque habrá que esperar a su segunda entrega para juzgar la obra en su totalidad, "La Herencia Valdemar" es un propuesta mas que recomendable para los amantes del terror mas "clásico" y un buen ejemplo de que aquí también pueden hacerse cosas interesantes sin tener que fijarse en el ombligo de nadie”.
Me permitiréis la licencia de auto citarme recuperando el fragmento final de la autopsia que le realizamos en su día a “La Herencia Valdemar”, pues me viene al pelo (mas que nada por que no tenía ni puta idea de cómo comenzar esta) para romper del hielo de su continuación (que no secuela), “La Sombra Prohibida”, además, si José Luis Alemán ha tenido la jeta de sacarnos el dinero dos veces con el mismo producto, ¿Por qué diablos no iba yo a vivir también de rentas del pasado ahorrándome la presentación de su “nueva” película? Bueno, con la obra vista en su totalidad, me encuentro en condiciones de afirmar que “La Herencia Valdemar” es una estafa de dimensiones bíblicas… y que conste, que esto es una impresión, muy SUBJETIVA.
“La Sombra Prohibida” da continuidad a los acontecimientos relatados con anterioridad, con el detective Nicolás Trémel y la Dra. Cerviá llegando a la casa Valdemar. Una vez allí, se encuentran con una aterrada Luisa Lorente, quien ha conseguido de forma milagrosa, escapar de sus captores, pero estos, no tardan en dar con el grupo y son nuevamente secuestrados. Lo que ninguno de ellos se imagina es que su presencia en el lugar no es motivo del azar, sino que forma parte de un maquiavélico plan trazado por los adoradores de una ancestral secta demoníaca, quienes pretenden utilizarlos para llevar a cabo un oscuro ritual.
Con lo bien que le sentó a mi cuerpo serrano la primera entrega de este “fantaterror” contemporáneo y lo perjudicial que ha llegado a ser para mi agudísimo sentido del ridículo (aunque ajeno en esta ocasión) esta, su continuación. Eso si, al cesar lo que es del cesar, y hay que reconocerle al señor Alemán el acierto de la jugarreta (no en vano estamos en el país de los bribones), filmas una película de tres horas, pones toda la carne en el asador en sus primeros noventa minutos, la partes justo por la mitad, cuando la cosa está mas interesante, dejando a la audiencia con un palmo de narices y tiras el anzuelo. Así, todos los pobres desgraciados que han disfrutado de la función, hacen cola para hacer lo propio con su esperado desenlace. Picardía, que quedaría en anécdota en otras circunstancias, es un atraco a mano armada en el caso de “La Sombra Prohibida”, pues cualquier parecido entre lo que vimos en “La Herencia Valdemar” y lo que aquí vamos a encontrar, es pura coincidencia.
Dejando de lado el horrible ejercicio de mal gusto de proporciones “macarránicas” (y esto me lo acabo de inventar) con el que se abre la cinta y que sirve para encadenar las dos películas, lo que mas revuelve el estómago es descubrir la trampa y el cartón ya desde sus inicios. Para empezar vemos atónitos, que la cinta se desprende de todo el equipaje positivo con el cual cargaba su predecesora, como por ejemplo el marco temporal, la historia ya no se desarrolla en el pasado, así que olvidaos de la cuidada y deliciosamente romántica puesta en escena de antaño (posiblemente lo que le daba todo o parte del encanto a “La Herencia Valdemar”) y preparaos para adentraros en los oscuros terrenos de la televisión española, pues esto tiene una pinta de serial televisivo que espanta, a lo que también contribuye lo suyo el hecho de que el reparto protagonista de la primera entrega, es decir, Daniele Liotti como Lázaro Valdemar (que le daba ese toque “exótico” a su personaje), Laia Marull como Leonor Valdemar (que si bien el interpretar en español, no le sienta nada bien, es una excelente actriz), Francisco Maestre como Aleister Crowley (en un papel hecho a su medida) y por supuesto, un grandioso Paul Naschy como el mayordomo Jervás, mito nacional y nexo fundamental con el “Fantaterror”, son substituidos por actores digamos…, de otra calaña. Vamos, gente con un perfil mas cercano a “La Hora de José Mota” que a un producto cinematográfico y esto pesa y mucho, las actuaciones en general, son desastrosas, ridículas en muchos momentos y para colmo, la presencia de un demacrado Paul Naschy, no es solo un estéril cameo, sino también la constatación del delicado estado de salud del actor, quien fallecería poco tiempo después.
Otro factor igual o mas negativo que los anteriores que hay que tener en consideración, es la certeza irrefutable de que “La Sombra Prohibida” no tiene absolutamente nada que contar, algo que queda muy claro en su primera media hora de metraje, que atención (y agarraos los gayumbos o bragas en su defecto), es un “flashback” del secuestro del personaje de Luisa Lorente a manos del dúo de villanos (simplemente dantescos), algo que ya teníamos superado de la entrega anterior y que aquí sirve para rellenar nada mas y nada menos que media horaza. Ni que decir tiene que el asunto carece del más mínimo interés, con la consiguiente visita del señor Morfeo (no el negro, el otro) comiéndonos la oreja en mas de una ocasión y no solo en este bochornoso tramo, pues la cosa luego no mejora precisamente y es que el vacío y desastroso guión deja demasiadas licencias a la improvisación del reparto, lo que teniendo en cuenta la materia prima que tenemos entre manos, es poco menos que un suicidio artístico.
Lo único potable de este galimatías, son los últimos veinte minutos, y no por que aporten algo de cordura, que no lo hacen, sino por que por lo menos, se ponen en pantalla los cuatro duros que sobraron de la primera película para dar forma a Ktulu, un cachondo demonio que aunque no tenga mucho mas protagonismo que Naschy, ofrece al personal unos pocos minutos de diversión con su puesta en escena en plan la clásica “Furia de Titanes”, bastante cutre pero con mucha simpatía, lo que después de mas de una hora de coñazo, pues oye, se agradece, aunque no justifiquen los siete eurazos que nos han estafado con la entrada de cine.
Conclusión, “La Sombra Prohibida” es un bodrio de efectos potencialmente catatónicos para el espectador además de una soberana estafa, un parásito fílmico que vive exclusivamente de las virtudes del filme anterior y que no tiene absolutamente nada que aportar a una obra que quemó todos sus cartuchos en “La Herencia Valdemar”. Un guión inexistente, unos actores de pena, una evidente falta de recursos amén de cómo se desarrolla la historia y un mal gusto generalizado a la hora de abordar su apartado técnico y artístico (a excepción quizá, del cameo de Ktulu) que hacen de “La Sombra Prohibida”, una sombra de lo que fue “La Herencia Valdemar”. Innecesaria, es poco. Esperemos que el señor Alemán, que tan buenas maneras apuntó en la película anterior, sea un poco mas honesto en futuros trabajos.
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