MISTER MOLOKO NOS HABLA SOBRE LA NUEVA PELÍCULA Y PRIMERA INCURSIÓN EN EL GÉNERO DE TERROR DE JOHN SWAB
Es curiosa la evolución que ha sufrido en los últimos años el cine independiente de género de bajo presupuesto. Lo que históricamente ha sido el terreno de juego habitual para producciones cuyo principal objetivo era ofrecer un simple y lucrativo entretenimiento, hoy ha devenido una plataforma en la que realizadores con ciertos intereses autorales pueden dar sus primeros pasos dentro de la realización cinematográfica. Antaño estas películas independientes tenían una máxima: optimizar hasta el último dólar de presupuesto en pro de lograr productos baratos, populares y rentables. Bajo esta premisa, era muy infrecuente que las personas que formaban parte del negocio se plantearan demasiadas aspiraciones artísticas.
“si hoy en día el cine fantástico pasa por uno de sus mejores momentos es, en parte, por esa variedad y diversidad”
Otra cosa es que a veces lo lograran (el ciclo Poe de Corman sería un buen ejemplo de ello) o que determinados directores, con el paso de los años y la inevitable renovación generacional, pasarán a ser considerados, a posteriori y de forma merecida, como autores por derecho propio y por esa necesidad que tiene el ser humano de objetivar todo aquello que le resulta atractivo (un servidor, que peina canas, todavía recuerda las encarnizadas críticas que en los mitificados ochenta recibían directores como Fulci, Carpenter o Wes Craven a los que hoy en día nadie discute su estatus). Sólo piensen que personalidades como Kubrick, Polanski o Friedkin realizaron incuestionables, y complejas, obras maestras dentro de grandes majors como Warner o Paramount.
En la actualidad, parece que los roles se están invirtiendo. Mientras las grandes y medianas compañías se están centrando, con mayor o menor fortuna, en films de consumo popular (sí, hablo de esas películas y productoras que los talibanes de las esencias, los mismos que atacan sistemáticamente a Marvel por cualquier cosa, ponen a parir en Twitter con argumentos cada vez más estúpidos y delirantes), son los cineastas independientes los que, muchas veces haciendo auténticos malabares, intentan ofrecer nuevas miradas sobre el género. Para muestra un botón. En las últimas semanas han llegado a las carteleras de nuestro país "El extraño" (2022) de Chloe Okuno, "Oso Vicioso" (2023) de Elizabeth Banks y "El Exorcista del papa" (2023) de Julius Avery. Mientras la primera es un ejercicio de estilo en el que una autora novel pretende retratar a través de un film independiente la soledad e incomunicación de una mujer, las otras son un solaz pasatiempo pensado para el disfrute de las plateas y producidas por, ahí es nada, Universal y Sony Pictures respectivamente.
Por supuesto, las compañías tipo The Asylum o Full Moon siguen teniendo un gran peso en la industria. De la misma forma títulos gamberros como "Terrifier 2" (2022) llegan a las carteleras para gozo del aficionado. Pero las tendencias nos dicen que el cine independiente de bajo presupuesto se está moviendo por otros derroteros que, siguiendo las líneas marcadas por A24 y otras, se alejan de las mamarrachadas que todavía filman los Fred Olen Ray o Jim Wynorski de turno. Sinceramente creo que si hoy en día el cine fantástico pasa por uno de sus mejores momentos es, en parte, por esa variedad y diversidad. ¿Qué si se siguen haciendo películas malas? Pues sí, como ha pasado durante toda la vida. La diferencia es que creo que ahora, como espectadores, tenemos la posibilidad de acceder a un catálogo más amplio y, lo que es importante, mucho más diverso. Honestamente considero que las cosas se han recolocado con una cierta coherencia.
“se nota que el realizador ha hecho un esfuerzo por cambiar de registro y decantarse hacia terrenos mucho más pantanosos y personales”
Ya que hablamos de cine independiente y de bajo presupuesto, la plataforma con la que muchas veces cuentan estas películas son los festivales especializados. Precisamente es en uno de ellos, el Terror Molins, donde puede ver hace unos meses la película que les voy a reseñar. Su título es “Candy Land” (2022) y lo que me interesaba de ella era que en su temática se mezclaba el terror con los fanatismos religiosos. Una vez vista, y por partida doble, debo reconocer que, aunque su principal hándicap es que flojea en la caracterización motivacional de su protagonista principal, estamos ante una película francamente interesante que más que por lo que cuenta, que es harto previsible, destaca por su capacidad para mostrarnos, con un perfecto equilibrio entre el patetismo y la humanidad, un microcosmos sórdido de cojones en el que habitan unos personajes que realmente nos importan.
Nos encontramos en una zona de descanso situada en una autopista que cruza el medio oeste de los Estados Unidos. En un motel de carretera viven tres chicas y un chico que se dedican a ejercer la prostitución con los camioneros que paran en la zona. Un buen día llega Remy, una joven que ha sido expulsada de una secta religiosa ultra católica y que parece emocionalmente perdida. Aunque en un principio decide seguir los pasos de sus nuevas compañeras, pronto descubriremos que Remy tiene algo muy turbio en su interior.
El director de esta película es John Swab, un hombre acostumbrado a moverse en cintas de acción de presupuesto medio-bajo, interpretadas por ilustres secundarios (ha dirigido a gente como Frank Grillo, Ron Perlman, William Forsythe o J.K. Simmons) en roles protagónicos y condenadas al mercado de VOD o las plataformas de streaming. He visto alguna de sus películas previas, que no pasan de correctas, y lo cierto es que en este “Candy Land” se nota que el realizador ha hecho un esfuerzo por cambiar de registro y decantarse hacia terrenos mucho más pantanosos y personales. Tal como he señalado, una de las virtudes de la película es su capacidad para mostrar, con toda la crudeza posible, el duro día a día de unos personajes a los que se les da una cierta bidimensionalidad y complejidad psicológica y, a la vez, alejarse de la moralina y los lugares comunes a los que un tema como la prostitución podrían llevarnos.
“una buena muestra de hacía donde se encamina el cine independiente y los riesgos que, incluso visualmente, toman algunas de estas películas”
Swab sabe trascender el cliché de las películas de terror en el que los protagonistas no son más que carne para la picadora e intenta ir más allá. Como espectadores entendemos, desde una perspectiva realista, porque practican el sexo por dinero y cuales son sus expectativas vitales. Así mismo, conocemos su psicología y, por ello, como espectadores nos deja tocados cuando son agredidos física y emocionalmente. Por poner un ejemplo, a la hora de reflejar la relación entre el sheriff que encarna William Baldwin (viendo como está físicamente a uno le cuesta imaginar que en los noventa fuese el sex symbol que protagonizara “Caza legal” (1995) y "Llamaradas" (1991)) y el prostituto al que da vida Owen Campbell (al que pudimos ver en “Mi corazón no late si no se lo dices” (2020) o “X” (2022)), el realizador es capaz de transmitirnos asco, miedo, ternura, indignación, compasión y rabia. Esto no es la excepción ya que es algo que vemos en varios momentos de la película y que dota a la historia de una carga emocional muy potente.
El problema viene cuando hace su aparición el personaje que encarna Olivia Luccardi y la película cambia de tono. Creo que sus motivaciones están muy mal explicadas y que, aunque la espiral de violencia en la que se ve envuelta es coherente con todo lo visto, el tono general resulta impostado. Lo que en un slasher de medio pelo podría ser hasta resultón, en esta película supone un punto de digresión demasiado tosco. Y esto no pasa tanto por la caracterización de esta fanática religiosa, que ni tan mal, como por la incapacidad que tiene el guion para darle a su historia un sustrato que vaya más allá del mero cliché. Aunque visualmente está muy cuidada y el imaginario es muy potente, al final el conjunto resulta raro, precipitado e, incluso, el desenlace resulta hasta cierto punto acelerado y poco acorde con el tono de la historia. "Candy Land" es una película muy estimulante que, con un guion algo más cuidado, podría haber devenido en una propuesta muy notable. De todas formas es una buena muestra de hacía donde se encamina el cine independiente y los riesgos que, incluso visualmente, toman algunas de estas películas. Por cierto, el director acaba de estrenar (con un presupuesto infinitamente mayor al de la película que nos ocupa) un thriller de acción protagonizada por Frank Grillo, J.K. Simmons y Virginia Madsen y distribuida por Lionsgate. ¡Ven lo que les decía!
2 comentarios:
La vi ayer y también me dió esa impresión, lo cual es una lástima porque con un poco más de coherencia en las acciones y motivaciones de la protagonista pudo ser una gran película. El personaje del chico me encantó y siento que pudo ser una pieza clave para una resolución más ceretera. Saludos desde Monterrey, México.
Hola a todos
Erika, tienes toda la razón. Es una película que, con personajes interesantes, falla en las motivaciones del personaje principal. Con lo bien definidos que están los demás, el error es tratar con brocha gorda al más importante.
Saludos
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