APOCALIPSIS, GEMIDOS Y ULTRAVIOLENCIA
Según antiguas leyendas, nuestro universo se compone de tres mundos o dimensiones paralelas: el de los humanos (Ningenkai), el de los demonios (Makai) y el de los hombres bestia (Jyujinkai). Las creencias también hablan de la llegada de un ser supremo, el Chojin, que cada 3000 años nace, reencarnado en un ser humano, con el objetivo de unir los tres mundos conduciéndolos a la paz y a la armonía definitiva.
El maestro del mundo Jyunjinkai tiene a su mejor guerrero, Amano Jyaku, en busca de la identidad del Chojin o Overfiend, desde hace ya 300 años.
En el Tokio actual, Amano está convencido de que el Chojin, el Dios de dioses, resurgirá del interior de un alumno de la Universidad Myojin y en su búsqueda cuenta con la ayuda de su hermana Megumi y de su siervo Kuroko. Amano sigue los pasos de un alumno en concreto, Ozaki, líder del equipo de baloncesto, egocéntrico y mujeriego, mientras que su hermana opta por seguir a Nagumo, un idiota, torpe y pervertido adolescente que espía a las alumnas mientras se cambian en los vestuarios y que está tímidamente enamorado de su compañera de estudios Akemi.
Amano Jyaku deberá encontrar cuanto antes la reencarnación del Overfiend ante la amenaza de sus enemigos, los demonios Makai, que pretenden destruirlo e impedir así la unión de los mundos. Para Sui-Kaku-Jyu, uno de los gobernantes más poderosos de los demonios, el Overfiend es el destructor de todo, mientras que para Amano es el ultra Dios de la prosperidad. Sin embargo, Amano irá descubriendo poco a poco la realidad sobre el Chojin y el destino de los habitantes de los tres mundos.
La leyenda completa no existe, se perdieron fragmentos en la división de los mundos y cada raza recuerda tan solo una parte de ella, excepto los humanos que la olvidaron por completo. ¿Será real la leyenda del Overfiend? ¿Conseguirá su propósito el guerrero Amano?
“Urotsukidôji. La leyenda del Señor del Mal” (Chôjin densetsu Urotsukidôji, 1989, Hideki Takayama) constituye uno de los más gloriosos frutos creativos germinados en el área de los dibujos animados conocidos en Japón como anime, desde que Osamu Tezuka, el padre de la moderna narración gráfica japonesa, comenzara a dibujar mangas (tebeos japoneses) en el año 1961.
Su historia se basa en el manga de título “Urotsukidôji” publicado en 1986 por la revista Wani Magazine Comics. Su autor, Toshio Maeda, es el icono más influyente del hentai –animación erótica japonesa- por ser pionero de la visión moderna del subgénero “tentáculos porno” o “tentacle rape” (violación con tentáculos). El propio Maeda desarrolla en la película funciones de guionista junto a Shô Aikawa, en donde se adaptan, por un lado, los tentáculos de los demonios y el estilo violento y, por otro lado, se suavizan las situaciones de violencia y sexo explícito del manga, así como también se modifica el diseño de los personajes, siendo comercialmente hablando más atractivos.
Este anime fue todo un fenómeno transcultural de los ochenta y principio de los años noventa consumido en masa, en ocasiones de forma marginal, no solo por nipones sino que también por adolescentes de Estados Unidos y Europa atraídos por su poder estético, su contenido desmesurado de sado-masoquismo sexual y su violencia gráfica llevados a niveles inimaginables en el campo de los dibujos animados hasta el momento. Los jóvenes encontraron en este anime y en muchos otros una forma irresistible con la que expresar sus propias inquietudes culturales y se creó alrededor de la animación y el cómic japonés un perfil de aficionado lejos del consumidor ocasional, más cercano al de un devoto totalmente entregado (el llamado otaku), que demuestra su lealtad acudiendo a festivales de cómics (algunos disfrazados de sus personajes favoritos), consumiendo todo tipo de productos relacionados (manga, anime, figuras, cartas, cromos, camisetas, videojuegos, etc.) o incluso estudiando japonés para ver los vídeos en versión original.
El anime originariamente se publicó directamente en forma de OVA (Original Video Animation), término que a menudo significa que nunca fue emitida en ningún medio de comunicación. Estos son “OVA1. Urotsukidôji. El nacimiento del Overfiend” (Chôjin tanjô hen, 1987), “OVA2. Urotsukidôji. La maldición del Overfiend” (Chôjin jusatsu hen, 1988) y “OVA3. Urotsukidôji. Infierno final” (Kanketsu jigoku, 1989). En su importación a Estados Unidos fueron recopilados a modo de largometraje, para después exportarse a Europa. La primera cinta llegó a España en formato VHS en 1992 de la mano de Manga Films conteniendo los tres primeros capítulos (de 1987 a 1989). El éxito más que considerable con el que gozó en nuestro país propició la edición de todas las secuelas animadas de la saga, dirigidas por Hideki Takayama, excepto la quinta parte y la New Saga. Estas son “Urotsukidôji II: La matriz del demonio”, “Urotsukidôji III: El retorno del Señor del Mal”, “Urotsukidôji IV: El jardín secreto” y “Urotsukidôji V” (esta última inconclusa). Todas editadas en VHS y solo las dos primeras también en DVD remasterizadas. Aun así, “Urotsukidôji: New Saga”, que replantea la trama de la primera parte de la serie con un estilo más moderno, sigue inédita en nuestro país.
Aquí varias generaciones de preadolescentes y adolescentes hablaban de “Urotsukidôji” y de El Chojin, como una peli de dibujos con sangre, sexo y palabrotas. En ocasiones se podía encontrar el VHS junto a cintas de Disney en la sección de dibujos animados de los videoclubs. Por entonces, el manga y el anime estaba en auge, en su época dorada, gracias a la emisión de “Bola de Dragón” (en algunas regiones del país llegó primero) o “Ranma ½” por TV o la edición de películas como “Akira”, “El Puño de la Estrella del Norte”, “3x3 Ojos” o “Golgo 13”, entre otras. Ni “Marco” ni “Heidi”, lo que los chavales buscaban eran los dibujos fantásticos ultraviolentos. En Barcelona, por ejemplo, la fiebre por los dibujos japoneses llegaba a niveles de epidemia, con tiendas de comics especializados por todos lados, repletas de tebeos, cintas de video y figuritas. Este auge propició la creación del prestigioso Salón del Manga de Barcelona en el año 1995.
Esta película, en concreto, ofrece violencia visceral (tortura, locura, desmembramiento del cuerpo incluyendo una automutilación, etc.); momentos propios del terror (Ozaki perseguido por demonios); combates encarnizados; fantásticos personajes como el carismático Amano, un tipo duro que le importa todo una mierda excepto su misión o los siempre excitados demonios lovecrafvianos protagonistas de transmutaciones rocambolescas (son capaces de adoptar formas corporales humanas para engañar a chicas humanas); los latigazos verbales (insultos de todo tipo nunca visto antes en los dibujos); y la veneración del pene como arma de dominación con dos funciones: el placer/humillación y la destrucción. De hecho, el pene es uno de los elementos protagonistas del film. Nunca antes se mostró una historia con tantos penes (ni siquiera en la pornografía). Decenas de penes estratosféricos y flexibles que van a parar al cielo, dotados de vida propia (algunos incluso lanzan miradas desafiantes), a los que solo les falta hablar, e incluso capaces de arrasar una ciudad entera. Otro ingrediente abrumadoramente atractivo es el erotismo: mujeres hermosas, estudiantes virginales de braguitas blancas y de chuminos rapados, los gemidos de la cinta, las situaciones voyeurs (observar por un agujero de los vestuarios de chicas o expiar desde la ventana a una pareja), los planos vaginales internos con falos penetrando y todo el sexo duro y caliente. A lo largo de la historia vemos como los humanos y los demonios comparten algunas posturas sexuales, como el misionero, el perrito, la vaquera o la felación (el Chojin en tamaño humano también las practica), aunque los segundos se caracterizan por un sexo transgresor violando humanos con el estilo “tentacle rape”. En la escena de Ozaki en su piso apreciamos la única orgía de la cinta y en el apartamento de Nagumo un intento de la postura 69. Otra práctica sexual es la masturbación que apreciamos precisamente en Megumi mirando a lo voyeur como Nagumo y Akemi intentan el 69. Y, por otro lado, en la confrontación entre Niki (un marginado, maltratado por sus padres y enamorado de la protagonista) y Nagumo observamos como Akemi es forzada por el primero a masturbarse y dejarse joder a cambio de salvar a Nagumo, atrapado bajo unas vigas.
Si la función de la pornografía o el erotismo es provocar la excitación sexual, entonces “Urotsukidôji” no se puede clasificar en este grupo, porque proporciona al espectador pocas o ninguna ocasión para estimularse e identificarse con sus protagonistas masculinos. Si el espectador puede excitarse con la visión de mujeres desnudas sometidas por tentáculos, toda satisfacción queda interrumpida viendo al mismo sujeto reventar literalmente dando lugar a una mezcla de sangre y restos óseos difícil de digerir.
Por tanto, el film muestra representaciones extremas de violencia y sexo entrelazadas con una historia fantástica de mundos paralelos, monstruos y acción trepidante, combinando todos los elementos más importantes del hentai excepto la función de excitación en el espectador. Siendo toda una verdadera prueba para nuestros sentidos, “Urotsukidôji” es deliciosamente malvada e insana y por ello ha sido objeto de censura o prohibición en muchos países debido a su fuerte contenido sexual. Además de la propia censura japonesa, en Estados Unidos y en Francia se recortaron algunas escenas y en España nos llegaron los restos.
En Japón ha estado prohibida la representación gráfica de los órganos sexuales masculinos y el vello púbico femenino, así como el coito. Para saltarse o burlar esta restricción, Toshio Maeda creó personajes (monstruos en su mayoría) provistos de tentáculos fálicos o similares, como el pene robótico, que mostraban la penetración sin vulnerar la ley, ya que no contemplaba nada al respecto. Por aquel entonces el manga hentai padecía del puritanismo de las historias típicas como las relaciones sexuales de un oficinista y su jefa, entre otras. Así, Maeda y otros autores recurrían a un nivel creativo de sugestión por ausencia o por insinuación mediante el uso de sustitutos fálicos y vaginales. En el arte gráfico japonés se observa como estos suplentes modernos son reveladores del tránsito de la sociedad agraria nipona a la sociedad industrial, adoptándose la apariencia de dispositivos tecnológicos o robóticos en lugar de estar fabricados en madera o fibras vegetales como en el pasado.
La ausencia de genitales en la pornografía japonesa es un medio gráfico de representación que usa la no-representación. La secuencia pornográfica nunca está en la imagen explícita si no en el espacio interactivo entre la imagen y el lector. Las insinuaciones son tan fuertes que la imaginación del receptor ve algo que en realidad no existe. Por ejemplo, el complejo de Lolita suele estar presente en el manga y resulta curioso como los espectadores occidentales llegan a la conclusión, por la carencia de vello púbico y en ocasiones por los pechos pequeños, de que las mujeres son pre-adolescentes o menores, reforzada esta sensación por las agudas voces de éstas y el contexto donde se les sitúa en ciertas historias. En “Urotsukidôji” la universidad parece más bien un instituto por su equipo de básquet, sus taquillas de hierro y los uniformes de los alumnos.
En la actualidad, se conservan muy pocas ediciones de “Urotsukidôji” con el corte japonés original en los que se aprecia esos raros momentos con los efectos de nebulización o con el efecto de mosaico. Hay ediciones censuradas con respecto a las escenas de violación y otras más explícitas, pero nada demasiado abierto. La escena del demonio de la primera violación, por ejemplo, está cortada en unos pocos segundos.
Al igual que sucede en otros títulos hentai, el elenco japonés que pone las voces a los personajes de “Urotsukidôji” no ha sido dado, posiblemente debido a que los actores de voz se negaron a ser asociados con el título, aunque merecen aparecer en los créditos debido al trabajo de voz que realizan, ofreciendo unas voces más ásperas de los personajes que los dobladores de otros países no han conseguido imitar. Por ejemplo, el actor de voz para Amano crea un personaje en bruto, que le da una imagen de duro chico de la calle, del que uno no se puede fiar, mientras que en la versión en inglés se le da un carácter más suave.
Con respecto al trabajo técnico y artístico del film cabe destacar todos los elementos de la línea de trabajo de color brillante y la iluminación, dotada inteligentemente con una luz suave en las escenas de amor, de contraste oscuro junto a una fuerte luz y sombras durante los combates, y una neblina general ligera en los fondos de las escenas generales de la ciudad. Quizás algunas escenas nocturnas sean un poco difíciles de ver hasta tener visión borrosa leve, pero en general los pocos defectos apreciables no quitan toda la experiencia de la película a nivel visual. El producto en general tiene una obsesiva observación por el detalle y un rico uso de los medios para representar el paisaje y los personajes. La acción se desarrolla en paisajes urbanos excelentemente dibujados tanto antes como después de la destrucción. Los combates tienen como escenarios cualquier lugar de la ciudad (el terrado de un edificio, un parque, un hospital, etc). En cuanto a los personajes, los hombres-bestia parecen seres humanos que se han hecho con un borde más áspero. Amano, por ejemplo, tiene el aspecto de un hombre adulto, pero cuando se enfurece, sus orejas puntiagudas, sus colmillos y sus uñas le delatan. Amano Jyaku es el personaje más interesante de la película, después de El Chojin, porque no es un héroe precisamente. Parece más bien un gamberro, tiene un tono chulesco y suele adoptar una actitud de “todo me importa una mierda”. Su poder es impresionante. Por ejemplo, en la escena de la violación a Akemi vemos como se encara con un demonio que le amputa el brazo. Aún herido vuelca su energía contra el Makai hasta el punto de lanzar su magia a través de su brazo arrancado. Los demonios, por su parte, se colocan en un nivel superior. Pocas veces se vio antes en un anime la inventiva con la que fueron diseñados los monstruos. Todos ellos son grotescos y todos ellos parecen tener múltiples piezas de transgresión bien para joder o bien para causar el caos y la aniquilación.
La música, las melodías y el sonido más sintetizador ochentero forman parte de una banda sonora que ha sido mimada mucho a lo largo de toda la saga por Amano Masamichi, famoso director de orquestra ganador de varios premios (“Battle Royal”). Muy recomendable la minimalista y preciosa canción final de “Urotsukidôji 2”. Las canciones finales de la tercera y de la cuarta parte son variaciones de esta misma.
ALEGORIA DE EL CHOJIN
Bajo toda esa sangre y semen que envuelve a la película, todo ese porno duro exagerado para el hastiado mercado adolescente, encontramos un conjunto de ideas muy interesantes. Primero una clara expresión gráfica y un análisis freudiano de la ansiedad (culpa e inquietud) sexual adolescente y, segundo, una reflexión sobre el tradicional miedo japonés hacia el mestizaje y el imperialismo cultural (algo común a muchas otras culturas).
Pese a que los japoneses no tienen una base cristiana de vergüenza y represión, los conflictos socio-culturales que se plantean alrededor del deseo de libertad del sexo físico son comunes a los jóvenes de todo el mundo.
En relación a la segunda idea planteada, la imagen del Señor del Mal puede suponer una analogía al imperialismo norteamericano y una crítica codificada de dicha dominación sobre la cultura japonesa, lo que implica para los seguidores estadounidenses cooperar en una crítica a su propia cultura. Así pues, mientras el Señor del Mal es Estados Unidos, la víctima es un Japón feminizado, violado y humillado. Además, la escena del Chojin lanzando rayos por las puntas de sus penes en medio de una ciudad destruida sugiere los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki sufridos el 6 y el 9 de agosto de 1945. Precisamente después de los bombardeos Japón se rindió y supuso el mestizaje de la cultura occidental de Estados Unidos, marcada por ideas masónicas, con la tradicional nación nipona.
Asociada a esta idea, podríamos describir a El Chojin, ese Señor del Mal todopoderoso, hedonista y nihilista, como la representación del Nuevo Orden Mundial (o Novus Ordo Seclorum, es decir, nuevo orden de los siglos). En el film, el Overfiend quiere unir los mundos en uno solo como la teoría conspirativa del Nuevo Orden plantea la creación de un gobierno único.
No obstante, la aniquilación planteada en la película puede sugerir también una desintegración interna, es decir, que la sociedad haga implosión por sus propios errores y excesos, más que por una única agresión externa.
INFLUENCIAS
Sea cual sea el significado alegórico de “Urotsukidôji”, lo que si queda claro es que el leit motiv de la historia es el apocalipsis, tema que ya exploró un año antes “Akira” (1988) con la que guarda relación en cuanto a que se apela a la llegada de un ser superior que purificará el mundo. Ambos animes vienen a decir que lo que tenemos debe destruirse (la filosofía del martillo de Nietzsche) para comenzar un nuevo mundo todos unidos en paz y armonía, o lo que vendría a ser –de nuevo volvemos a ello- el Nuevo Orden Mundial.
La historia de pornografía, violencia y amor como una forma de liberación social de “Urotsukidôji” tiene sus precedentes en el teatro kabuki, con temas de erotismo y violencia muy estilizados, y en el cine japonés de los años sesenta de la llamada nueva ola como la producción “Kabe No Naka No Himegota” (“Secreto tras los muros”, 1965, Koji Wakamatsu), en la que un estudiante socialmente inadaptado se vuelve loco hasta el punto de violar, torturar y asesinar a un ama de casa inocente. Su exhibición en el Festival de Berlín de 1965 creó un gran escándalo. Precisamente, “Urotsukidôji” parece tomar de esta cinta su ambiente universitario.
Otra influencia del film es el kaiju, películas japonesas de monstruos gigantes como Godzilla. En la escena en la que luchan el Chojin y el monstruo de los océanos Mao, en medio de una ciudad devastada vemos un homenaje a este popular género.
Los verdaderos protagonistas de esta función de depravados son los espectaculares monstruos violadores provistos de decenas de tentáculos fálicos que sacian su sed con jovenzuelas llenando todos los orificios de su cuerpo y esparciendo sus diabólicas eyaculaciones de color rosa fluorescente sobre las pobres desafortunadas que en ocasiones mueren en el transcurso de este enfermizo acto interracial. El sexo explícito va de lo sucio a lo morboso, pasando por lo desagradable, pero todo ello justificado en el universo Overfiend. Las situaciones de brutalidad sexual están marcadas por el “tentacle rape”; escenas de terror en donde varias criaturas con tentáculos fálicos (normalmente monstruos ficticios) violan a personajes femeninos, en su mayoría jóvenes. La función de los tentáculos es restringir los movimientos de la víctima para poder penetrarla ejerciendo la dominación o humillación, combinado frecuentemente con el fetiche bondage. Las criaturas en su mayoría buscan placer, pero en ocasiones se dan justificaciones biológicas, depositando sus huevos dentro de la fémina para que los críe o embarazando a la víctima.
Antes de “Urotsukidôji” y de la animación pornográfica en general, las criaturas con tentáculos ya aparecieron en los dibujos y literatura erótica japonesa. El más famoso y probablemente el primero que utilizó el “tentacle rape” fue el pintor y grabador japonés Hokusai (1760-1849), creador de la palabra manga, en un ukiyo-e (grabado japonés) titulado “El sueño de la esposa del pescador” de 1820. Este grabado representa una mujer manteniendo relaciones sexuales con un par de pulpos, datado del período Edo (1603-1868) en Japón.
El género también explota los ámbitos de la blusa desgarrada y la violación fantasía, que en ocasiones son tan absurdas o fantasiosas que no tienen paralelos en el mundo real. Un ejemplo lo encontramos al principio del film, en la escena en la que la virginal Akemi es violada por su supuesta profesora, la señorita Tokami. Su traje de gimnasia se estrecha y revienta en pedacitos quedando la joven desnuda sin que nadie le haya arrancado la ropa. Estas historias de blusa-rasgadura y violación por tentáculos son más polémicas en Occidente que en Japón, donde están acostumbrados a este tipo de representación erótica.
LA SECUENCIA DE ACCIÓN: El combate por las calles de Osaka entre Amano y el demonio Suikakuy.
Y la repulsiva transformación del tímido Nagumo en el bestial señor del mal, después de violar y reventar (la hace pedazos con la energía liberada al alcanzar el clímax sexual) a una de las enfermeras de un hospital.
LA SECUENCIA DE SEXO:
La violación de la profesora-demonio, señorita Tokami, a Akemi al inicio de la película.
LAS SECUENCIAS GRACIOSAS:
Sin pretenderlo, la película está cargada de ironía y situaciones graciosas. Los momentos de sexo extremo y gore de Nagumo demonio en contraste con Nagumo humano intentando conseguir echar un polvo en condiciones con Akemi es un ejemplo de ello.
LA FRASE:
El diálogo más memorable de la película sucede cuando Megumi, la hermana de Amano, se lanza encima de Nagumo en el parque y le dice: “¡Enséñamela! ¡Enséñame tu súper polla de Chojin!”
LO MEJOR: La acción, los personajes, especialmente Amano y los demonios, la violencia sexual y los diálogos.
LO MENOS BUENO: El repentino desenlace. El final, sobrecargado de dramatismo, decepciona un poco, aunque es adecuado como antesala para las siguientes partes de la saga, dirigida a cinéfilos sin prejuicios y de mente abierta.
La reacción de los personajes ante los elementos fantásticos no es creíble, como en la repentina visita de Nagumo y Akemi al mundo de Amano. Otras escenas no tienen sentido como por ejemplo cuando Nagumo visita el restaurante de los padres de Niki y se encuentra con un Makai ¿Por qué el demonio no mata al joven?